El profeta Jesucristo (p.b) decidió llevar su cruz y caminar en las calles de Gaza, al mismo tiempo que el profeta del Islam Mohamed (p,b) inició nueva hégira hacia Gaza, ambos profetas se encontraron con el profeta Moisés (p.b) en el campo de batalla y en los corazones de los gazíes que amanecen desde una semana bajo el fuego de la atrocidad sionista.


Durante la nueva agresión sangrienta que ha entrado en su segunda semana, la Resistencia ha extendido el círculo de su respuesta al ataque hasta alcanzar nuevos objetivos que distan más de 75 kilómetros de la Franja asediada; con ello quiere confirmar que la sangre de los niños, mujeres y ancianos, derramada injustamente no se quedará sin castigo doloroso.


En Gaza la escena habla por sí misma, las palabras pierden todo sentido ante las imágenes salidas de entre los escombros y la destrucción, los recién nacidos, los niños y los jóvenes yacen en los hospitales en vez de estar durmiendo en sus camas en sus propias viviendas.

Lagrimas, suspiros y lamentos, fue lo último que les unió con sus familias, con sus seres más queridos, con sus padres, los padres que dieron su vida por cumplir su promesa con Palestina, con su patria, con su tierra y todo lo que tienen en este mundo.


Por ser Gaza, la tierra que ha sufrido muchas masacres y numerosas escaramuzas, los niños superan el dolor de sus heridas, a pesar de las lagrimas en los ojos, levantan la mano con el signo de la victoria, la victoria que promete la Resistencia.

Gaza no se rinde