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Opinión

Una metáfora latinoaméricana para la multipolaridad

Una metáfora latinoaméricana para la multipolaridad

Una metáfora latinoaméricana para la multipolaridad

Por el Cientista Político Cristián Fuentevilla

Existen abundantes estudios que describen de manera bastante completa el desarrollo económico de las diferentes tendencias adoptadas por los mercados, ya sea como Estados nación o en una relación ajustada a marcos de integración y de cooperación económica. Muchos estudios señalan bajo los enfoques científicos de la economía, lo beligerante que resulta el irremediable proceso de la desdolarización en curso. Lo que bajo ciertos enfoques predictivos, contribuye a tener lecturas muy desastrosas para el actual sistema mundo. Considerando que frente a la crisis de la hegemonía de los Estado Unidos en el año 2007 se hacía inobjetable la existencia de la economía mundial capitalista, lo que quedó en evidencia a través del desarrollo creciente de una estructura productiva mundial y de la circulación mundial de mercancías y de capitales, que se superponía a las economías nacionales ya que era superior a la mera suma de ellos.

Hasta ese entonces, aparecían en el centro de los debates de las economías centrales de occidente, la idea en los análisis de que los procesos de financiarización, predominaban por sobre el capital productivo y por sobre las otras formas de capital. Permitiendo asignarle mayor significado a la relación de dominación del capital sobre el trabajo y la sociedad, expresada en la flexibilidad laboral, y tanto menos en las relaciones de fraccionamiento del capital. A diferencia de lo acontecido en Latinoamérica, donde el capital productivo y el capital financiero actuaron conjuntamente. Y bajo una lógica periférica, las inversiones directas de las grandes empresas trasnacionales productoras de bienes y servicios son las que dominaron en la región y tienen estrecha relación con el estrangulamiento de la reproducción económica y social. En el por cierto, ya avanzado proceso de desindustrialización.
Un claro ejemplo de lo señalado anteriormente es el proceso Odebrecht, que evidencia que el subimperialismo de Brasil, es una lucha interburguesa de capitales, disfrazada de geopolítica estatal. Pues el impulso de la construcción de carreteras por el cono sur latinoaméricano, fue el negocio de la construcción de caminos sin una proyección integradora entre lo económico y lo político que se pueda medir por su desarrollo. Por el contrario este proceso se judicializó y puso en evidencia la corrupción política, que subyace en los sistemas políticos confinados al neoliberalismo. Lo que no es de extrañar, pues los capitales no luchan por resolver los problemas sociales de la humanidad. Dado que sus acciones a nivel geopolítico responden al frío interés de las clases oligárquicas y burguesas por resguardar sus privilegios para cautelar sus ganancias. Por lo que resulta comprensible la indolencia actual frente a la pandemia mundial de salud y la consecuente catástrofe humanitaria global.

Sin embargo y dado el reflujo de capitales y lo confuso que resulta pensar este fenómeno de manera causal. Resulta pertinente entender la dinámica geopolítica en la que se han envuelto los actores dominantes en su relación geoestratégica por encontrar un punto de resolución para las cuotas de ganancia que reportan los sectores del extractivismo energético. Entendiendo el predominio de lo político por sobre lo económico, ya que no es suficiente la descripción de la competencia. Pues los actores responden a imperativos de Estados nación disimiles en esa arena. Una economía planificada por ejemplo, tiene ciertos atributos propios y ajustados a sus fuerzas materiales, por tanto históricas. Razones por las que el valor geopolítico es de más largo alcance y una muestra de ello es la diversidad de sistemas políticos en la región Asiática y la potencia de sus modelos de desarrollo. De hecho atendiendo las diferencias podemos observar similares condiciones en la región del antiguo Cercano Oriente.

Si atendemos la perspectiva de más largo alcance podemos entender que la emergencia de esta transición poscapitalista, comienza con el declarado advenimiento de la multipolaridad. Toda vez que los Estados naciones reivindicaron la cooperación y el derecho internacional. Y en la medida de que la defensa de la soberanía de los Estados se hizo más latente, la respuesta de occidente fue más virulenta en torno a la crisis hegemónica de Norteamérica y Europa como experiencia capitalista dada. Por tanto es ante todo la geopolítica bajo esta perspectiva, la que permite la comprensión de la realidad del espacio dado de la multipolaridad. Por tanto la geopolítica surge como el principal marco explicativo para este proceso y como el más importante instrumento de prospección. Considerando que la ideología atlantista de occidente carece de espacio para albergar fuerzas materiales y dado que su visión del poder marítimo se encuentra imbricada en el universalismo de su paradigma modernista. Algo que por cierto genera el más amplio rechazo en el civilismo mundial, toda vez que se materializa en el excepcionalismo político de la unilateralidad y la pérdida del derecho internacional.

En la Latinoamérica afloran con fuerza los escenarios utópicos de la modernidad, que no pueden ser más verdad que sus pueblos; toda vez que su mayor impacto se vivió en los procesos de ideologización, que hicieron de la propaganda un costo de oportunidad para que las aristocracias de la burguesía se hicieran clase nacional e impulsaran, los procesos de estatalización para optimizar la monopolización del naciente capitalismo. Las migraciones capitalista europeas contribuyeron a la negación de ciertos aspectos sacrales de las sociedades pluriétnicas fundacionales. El sincretismo de nuestros pueblos se transformó en un insumo cultural, el conocimiento civilizatorio de los pueblos fundadores de las sociedades latinoaméricanas, se adjetivizó ideológicamente por las clases dominantes. Latinoamérica se balcanizó, en nacionalismos burgueses. Por lo tanto, en 200 años se ha bloqueado el conocimiento prístino de las raíces de nuestros pueblos y con ello el consabido conocimiento del terreno, el dictador de lo político. Solo por mencionar, la integración económica precapitalista de los pueblos andinos a lo largo del continente. También el impacto en la soberanía basada del derecho latinoaméricano, por ejemplo en el derecho indiano una representación jurídica inédita en la humanidad. Latinoamérica no es el ateísmo de occidente, ni su código liberal de igualar las diferencias de sociedades sincréticas, de largas cosmovisiones orientales.

Si bien  no hay determinismos en geopolítica. Existe un hecho muy profético a modo de hipótesis, de que el rechazo de la hegemonía unipolar y el universalismo en las interacciones de las civilizaciones, es decir, la base de la multipolaridad, es probable que se refleje en la prevalencia de las instituciones que conforman la mayoría de las civilizaciones del mundo y que tienen miles de años de sanciones históricas medidas en el conocimiento político. Las relaciones de este nuevo mundo se basarán en la integridad mutuamente reconocida, la cooperación a largo plazo y la paridad estratégica o diversos grados de integración. Es en estas circunstancias que sostenemos que la geopolítica debe entenderse como una dimensión primordial de la realidad en la que está tomando forma la multipolaridad,  una conciencia del valor arcaico del espacio y su delineación de las civilizaciones del mundo, y finalmente, un imperativo, una volición subjetiva para la cual las condiciones están objetivamente maduras en los procesos constituyentes de Latinoaméricana. En la que los actores geopolíticos de hoy deben aprovechar, junto con hacer valer el derecho y la voluntad de sus espacios territoriales para asumir una metáfora del nuevo príncipe. De lo contrario la civilización Latinoaméricana existente quedará como objeto, no como sujeto de la geopolítica. La experiencia reciente así lo señala, no basta con construir carreteras como un negocio, si los territorios junto con sus pueblos están disociados de la integración política en sus resultados.

 

| 05/07/2020