No es casualidad que Washington haya elegido el aeropuerto militar de Shayarat, en la provincia de Homs, como blanco de su ataque aéreo. Esta base militar ubicada cerca de la ciudad de Palmira, en la provincia de Homs, es la más “activa” en la guerra contra Daesh, de allí salen los aviones que hostigan a los grupos terroristas.

Tampoco es casualidad que la agresión estadounidense haya sido efectuada días después del fracaso de los terroristas en sus numerosas ofensivas contra la capital Damasco, y tras el “desembarco aéreo” de soldados estadounidenses en Tabaqa, supuestamente para combatir a Daesh.


Y por último, el ataque coincide con las victorias de las fuerzas iraquíes “que están a punto de liberar la totalidad de Mosul”, último bastión fuerte de Daesh en Iraq.

En un escenario así, que augura pronta derrota de Daesh, la Administración de Trump vió necesaria una operación militar que “resucite los ánimos a los terroristas”, tal como ocurrió en otras circunstancias parecidas durante la época de Obama (bombardear el aeropuerto de Deir Ezzur asediado por Daesh).

En las reacciones a la agresión, los primeros en apoyar el “acto criminal”, fueron la entidad sionista, Arabia Saudita y Turquía, todos implicados directamente en el derramamiento de la sangre siria y el suministro de armas y financiación a los grupos terroristas.

Arabia Saudita afirmó que “apoya completamente” los bombardeos ejecutados por Estados Unidos contra una base militar en Siria, y calificó esa agresión de “decisión valiente” del presidente Donald Trump.

El pronunciamiento del reino wahabita a favor de la agresión se alineó con el de gobiernos occidentales y de la entidad sionista, que aprovecharon esa acción para lanzar una amenaza a Irán.

Tanto Reino Unido como Francia, ambos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, apoyaron a Washington, que recibió el respaldo de otros aliados europeos como Alemania, España o Polonia.


El Gobierno de Turquía, como el de Japón y Australia, manifestó de inmediato su apoyo a los ataques militares, en la misma línea con un comunicado del llamado “Coalición de la Oposición Siria” que aplaudió la agresión y deseó que “ese ataque fuera el principio de muchos más”.

El enemigo israelí mostró su “total apoyo” a la agresión.

En el otro bando, Moscú calificó de “agresión con un pretexto inventado” el ataque contra la base aérea de Shayrat.

Teherán condenó enérgicamente la agresión militar que “fortalecerá a los terroristas y complicará más la situación en Siria”.

Bolivia y Grecia también rechazaron “cualquier intervención militar externa” en Siria, en la misma línea se manifestó China.

En resumen, los verdaderos patrocinadores del terrorismo “no se cortan” a la hora de aplaudir cualquier acción que beneficie a Daesh y sus colegas frente al gobierno sirio y sus aliados.