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Opinión

Yemen: la última derrota de los Al Saúd

Yemen: la última derrota de los Al Saúd

La derrota saudí en Yemen conllevaría a transformaciones radicales en la región

Por Hakim Gutierrez* - Especial para Alahednews


Ciertamente, lo que sucede en Yemen tiene alguna relación con temas étnicos religiosos. Como todos los países del Medio Oriente, Yemen sufre aún de las divisiones arbitrarias impuestas por las potencias coloniales que despedazaron al imperio otomano. Esos diseños perversos apuntaban cruelmente a fomentar la zozobra permanente entre etnias, comunidades religiosas lo que tendría por efecto de impedir o dificultar el surgimiento de los movimientos de liberación nacional y en el marco de la lucha de clase, dividir a los de abajo.

Los medios imperiales nos han impuesto la versión del típico conflicto étnico/religioso entre chiitas y sunitas en Siria, en Iraq, y ahora en Yemen.

Sin embargo, al interesarnos a las demandas y propuestas del movimiento popular que derrocó a Hadi en septiembre pasado vemos más bien una voluntad de repartición más democrática del poder político y económico, pero también la decisión firme de acabar con la tutela de Arabia Saudí sobre el país y su injerencia permanente. Si bien este movimiento fue iniciado por las tribus zaidis (chiitas) del norte del país, su revuelta contra un gobierno corrupto y entregado a intereses saudíes fue agrupando a tribus sunitas también. En aras de liberar el país del yugo wahabí, Ansarolá llegó a un acuerdo con amplios sectores de la sociedad yemenita incluyendo a las fuerzas del ex presidente Saleh quien los reprimió duramente por cuenta de los saudíes en el 2009 y 2010. Las propuestas de refundación de Yemen sobre bases multiconfesionales y multiétnicas, con inclusión de los jóvenes y las mujeres al sistema político, marca una voluntad clara por parte de la vanguardia huzis de no repetir los mismos errores y de construir una nueva identidad, un nuevo proyecto nacional para un país dividido por líneas ideológicas y/o religiosas según la dinámica de confrontación de los diversos intereses geopolíticos regionales y globales.

Yemen: la última derrota de los Al Saúd

En la naturaleza del nuevo proyecto nacional yemení se encuentra una de las razones fundamentales de la intervención criminal saudí. Un Estado moderno en Yemen, donde la religión fuera separada del Estado y las relaciones con Arabia Saudí serían soberanas, representaría un golpe tremendo para la alicaída monarquía wahabí que ha venido cosechando derrotas tras derrotas en sus planes de acabar con los gobiernos laicos y chiíes en la región a través del terror y la destrucción sembrados por sus ejércitos de drones humanos takfiries de Al Qaeda, Daesh o Al Nusra.

La casa real saudí se vio muy debilitada por tantas derrotas al hilo. El fracaso de occidente y de los países del Golfo en Siria y en Iraq, generó un descontento creciente en los sectores más radicales. La presión es tremenda sobre la familia real. La casa real saudí necesitaba de una guerra para poner orden en la casa.

Irán es el único país con un proyecto político antiimperialista y antisionista

La prensa internacional reduce a las nuevas autoridades de Sanaa a "un grupo chiita títere de Irán", país, que según los gobiernos más retrógrados y serviles a los interés Estadounidenses y sionistas, desearía imponer su influencia sobre el mundo árabe. Pero la historia reciente muestra, por el contrario, una permanente agresividad de Riad en contra de la república islámica. Al empezar el segundo años de la revolución iraní, Arabia Saudita, junto con los EEUU usaron a Saddam Husein para agredir e intentar destruir a la joven revolución. Desde 1980 a 1988 esa guerra atroz dejó 1 millones 500 mil de muertos y profundas cicatrices en el alma de ambos pueblos. En la actualidad, la lucha por el liderazgo del mundo musulmán está que arde. Turquía, Arabia Saudita, Irán y hasta el pequeño Qatar en algún momento, se disputan el liderazgo en la región. Sin embargo, el único país con un proyecto político antiimperialista y antisionista es Irán. Todas las demás potencias regionales aspiran a administrar la región, sus pueblos y sus recursos naturales en acuerdo con los intereses norteamericanos. Esto significa que todos ellos aspiran a una normalización con “Israel” y por ende, a la traición definitiva del pueblo palestino. Asumiendo la construcción del Eje de la Resistencia, Irán logra constituir una estructura híbrida que une y coordina en lo político y en lo militar a Estados laicos y teológicos (Irak, Irán y Siria), con organizaciones populares de masas (Hezbolá, las milicias populares en Irak y la resistencia palestina) en un esfuerzo de presionar a “Israel” y a los países árabes que aspiran a negociar con “Israel” a costa de Palestina. Por otro lado, Irán logra edificar en su periferia, a través de estas alianzas, una barrera defensiva ante las amenazas occidentales y saudíes que destruyeron a Iraq y a Siria y van por Yemen.

Las armas del Wahabismo

Ante esta poderosa visión iraní, Arabia Saudita sólo tiene el wahabismo como proyecto para el mundo arabo-musulmán, el Wahabismo que sólo puede ser impuesto por la fuerza y que significa la negación de todas las identidades religiosa, filosóficas y culturales que no sean del islam suní fundamentalista, pero también la negación total de la democracia y de los derechos de la mujer. Esta concepción del islam es muy minoritaria y va en contra de la diversidad del Medio Oriente. Por lo tanto, el “encanto” saudí reside más bien en su poder económico. La monarquía wahabita ha venido usando y abusando de su chequera, aparentemente ilimitada, para construir supuestas lealtades entre los jefes de Estado sunita y armar a ejércitos de bárbaros que destruyen sistemáticamente a los enemigos de los Al Saúd. Es decir a los enemigos de los Estados Unidos e “Israel”.

Yemen: la última derrota de los Al Saúd

Una OTAN árabe al servicio de “Israel”

Hoy vemos como, de la masacre de civiles yemenitas, nace una coalición de países árabes supuestamente en contra de la creciente influencia iraní. En un acto de perversión al extremo del panarabismo de Nasser, el actual presidente de Egipto Al Sisi, proponía la creación de una fuerza de intervención árabe que en algún momento estaría capacitada para intervenir en cualquier país de la Liga Árabe. Una fuerza de intervención que contaría, por su puesto, con el financiamiento generoso de Arabia Saudita y los países del Golfo, que sería armada por los Estados Unidos (aunque, por supuesto, con armamento inferior al que le entrega a Israel), y los países como Egipto y Sudan pondrían la carne de cañón. Es lo que le faltaba a la región: una OTAN árabe, un brazo armado legal para los países del Golfo que con DAESH y las otras franquicias takfiries tendrían el poderío militar suficiente como para arriesgarse a enfrentar a Irán y al Eje de la Resistencia llevando a la región a un colapso total. Esta posibilidad sería, muy bien vista en Washington y Tel Aviv. Sin embargo, no están reunidas las condiciones para la concreción de semejante desastre.

Una coalición sunita en contra de Irán no tiene mayor sentido para Egipto o Sudan. Argelia, por su parte condenó abiertamente la intervención en Yemen. Para Egipto y Sudan se trata de recibir el cheque y de acompañar un tiempo a los saudíes en su intento por sobrevivir como poder regional. Pero enviar tropas terrestres a Yemen o enfrentarse a Irán, es otro asunto. Los más de 20 mil soldados egipcios muertos en la precedente y desastrosa intervención egipcia en Yemen deben tener a Al Sisi un tanto preocupado. El hombre está bajo presión. Egipto necesita fondos para reconstruir su economía y modernizar el país. Por otro lado se enfrenta a la franquicia de Daesh en la península del Sinaí. Al Sisi, como muchos otros, está entre el garrote y la zanahoria. Su margen de maniobra es estrecho pero no llevará a Egipto a una guerra con Irán. Además, el gobierno de Sanaá le aseguró a Al Sisi que los yemeníes no tenían la intención de cerrar el estrecho de Bab el Mandeb. De estar los revolucionarios yemenitas en capacidad técnico militar de lograr cortar el paso a 40% del comercio mundial, esta medida sería una torpeza muy grande pues le daría respaldo jurídico a una intervención internacional por ahora en la más absoluta ilegalidad. Irán, Rusia y China han anunciado el envío de buques militares a las aguas internacionales del Estrecho de Bab al Mandeb para proteger las rutas comerciales. Esta medida reducirá el margen de maniobra de las flotas occidentales y egipcias en la zona.

Yemen sería el “Vietnam” de Arabia Saudita

Hassan Nasrolá anunciaba recientemente, que la derrota saudí en Yemen conllevaría a transformaciones radicales en la región. ¿Podría la monarquía saudí aguantar una derrota en Yemen?.

Yemen: la última derrota de los Al Saúd

Sabemos que una guerra de estas características no puede ser ganada por los solos bombardeos aéreos. Para intentar recuperar a Yemen, Arabia Saudí debe enviar tropas de invasión. Esto es algo mucho más complejo para los diversos países que conforman la coalición. El ejército saudí por si solo es incapaz de vencer a la resistencia yemenita compuesta por las milicias de Ansarolá, el ejército yemenita y los comités populares de defensa. Algunos observadores apunta al uso por Arabia Saudita de mercenarios extranjeros, de tropas de Pakistán y de Marruecos, seguramente podrá contar con el apoyo logístico y de fuerzas especiales de los Estados Unidos además de las hordas de Al Qaeda basadas en el sur de Yemen. Egipto no ha confirmado ni descartado el envío de fuerzas terrestres.

No obstante, todo apunta a que esta guerra en las tierras yemenitas se transformará en el “Vietnam” de Arabia Saudita con el agravante de que los yemenitas han demostrado en sus enfrentamientos anteriores, su capacidad de penetrar en territorio saudí. El precio a pagar por un intento de invasión podría ser devastador para Riad. Es importante en este punto recordar que Arabia saudita cuenta con una importante minoría chiita en el Sureste del país. Estas poblaciones chiitas ya han sido intervenidas militarmente creando una tensión muy grande en la zona.

Otro protagonista importante en la historia de Yemen y en la actualidad es Turquía que ha asumido un discurso muy agresivo en contra de Irán y de apoyo total a la iniciativa guerrerista saudí. Los turcos saben de Yemen que fue el lugar donde iban a morir los soldados otomanos. Pese a las declaraciones agresivas de Erdogan en contra de Irán, el mandatario turco viajó a Teherán el pasado 7 de abril y mantuvo frente al presidente Rohani una actitud conciliadora.

En conclusión, Yemen parece ser la última jugada de una monarquía moribunda. Algunos países han aceptado sus petrodólares a cambio de un apoyo incierto y limitado. Otros países, con similares ambiciones de liderazgo regional, alientan a los saudíes en su aventura bélica con el objetivo de verlos hundirse en las arenas de Yemen En el frente político-legal, La presión de estos países en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas limitará aún más el alcance de los planes saudíes.

* Analista internacional basado en Caracas

| 09/04/2015