No ha podido Washington ocultar su malestar por el avance del Ejército iraquí apoyado por la Fuerza Popular en la provincia de Saladino y concretamente en Tikrit. El descontento estadounidense se nota claramente en las declaraciones del general Martin Dempsey, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor de EEUU, y de miembros del Senado, quienes incluso llegaron a amenazar con suspender las ayudas militares a las fuerzas iraquíes.

Después del avance iraquí en el campo de batalla y el inicio de la ofensiva para liberar a Tikrit de Daesh sin participación de las fuerzas aéreas del llamado Coalición internacional, la derrota de Daesh es cuestión de poco tiempo. Teniendo en cuenta que los americanos declararon en muchas ocasiones que la batalla en Iraq iba a durar años, podemos entender las razones de incomodidad estadounidense, que utiliza a Daesh como caballo de Troya para establecerse militarmente en la región.


Fomentar lucha sectaria

La cadena estadounidense ABC News informó, citando a un alto funcionario en el Ministerio de Defensa de EEUU (Pentágono), que “algunas unidades entrenadas por Estados Unidos están siendo interrogadas por cometer atrocidades semejantes a las cometidas por Daesh”.

“Las investigaciones, por parte del Gobierno de Iraq, se iniciaron a raíz de testimonios sobre crímenes de guerra. Las acusaciones se basan en fotografías y grabaciones donde aparecen soldados con uniforme oficial matando a civiles y prisioneros, también exponen cabezas decapitadas”, según la ABC News.

Por su parte, el senador Patrick Leahi dijo en un comunicado que “las fuerzas de seguridad extranjeras no merecen ayuda americana si hay pruebas de que cometen crímenes como la tortura, violación o ejecutar prisioneros”.

Dempsey está molesto

El general Martin Dempsey expresó su preocupación de lo que pueda suceder después de que “las tropas del Ejército y las de la Fuerza Popular controlaran Tikrit, en especial como tratarían a los sunitas”, según dijo.


En una sesión del Senado, Dempsey afirmó que “no hay duda de que las tropas del Ejército y la Fuerza Popular expulsarán a los milicianos de Daesh de la ciudad de Tikrit”, y agregó, “la cuestión es lo que sucederá después, si permitirán a los desplazados sunitas regresar a sus casas, o si restablecerán los servicios básicos y necesarios en la ciudad, o al contrario, comenzarán los desmanes contra la población suní de Tikrit”.

El mérito de la actual contraofensiva contra Daesh reside en la motivada fuerza de choque de los voluntarios chiíes iraquíes formados por instructores llegados de Irán. Según el testimonio del militar, en la batalla de Tikrit participan unos 20.000 milicianos entrenados por Teherán y sólo una brigada del ejército de Bagdad, formada por 3.000 soldados, que actúa como comparsa, según expresó.

Todas estas manifestaciones indican que las victorias conseguidas en el terreno contra Daesh, sin la ayuda de la Coalición, incordian a Washington por que le hace perder con que presionar para expandir su influencia y hegemonía en Iraq.