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Opinión

El declinar del imperio en Medio Oriente (2da. Parte)

El declinar del imperio en Medio Oriente (2da. Parte)

El fracaso de la guerra contra Siria


Por Ernesto Gómez Abascal - Especial Alahednews

El fracaso de la guerra contra Siria y de su empeño de eliminar el importante papel que juega Irán  en la región, para imponer el absoluto dominio de los intereses sionistas imperialistas, dan evidencia adicional del declive de su política hegemonista.

El imperio comenzó su momento de crecimiento en el siglo XIX, cuando consolidó la expansión de las originales 13 colonias hacia el oeste a costa de desplazar y casi aniquilar a los pobladores originarios y desmembrar buena parte de México, después de obtener por diferentes vías, los territorios de la Florida, la Luisiana, y Alaska.  Lenin calificó como la primera guerra imperialista, la lanzada por el gobierno de Washington en 1898 contra España, que lo llevaría a ocupar la Isla de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.  Antes, habían promovido el desgajamiento de parte de Colombia para establecer y dominar en el istmo de Panamá la estratégica Zona del Canal, vía indispensable para las comunicaciones marítimas entre los océanos Atlántico y Pacífico. Sus marines intervinieron después en diferentes países de América Latina y El Caribe para imponer sus intereses comerciales y financieros, así como para establecer numerosas bases militares. Era entonces la época dorada del imperio, “su primavera”, que llegó a desplazar a Gran Bretaña como potencia hegemónica  durante la Segunda Guerra Mundial.

El declinar del imperio en Medio Oriente (2da. Parte)

Esta etapa se había consolidado con la imposición del dólar como  moneda privilegiada por los acuerdos adoptados en la Conferencia de Bretton Woods en 1944, en la cual se crearon también el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, devenidos después en instrumentos de explotación y dominación financiera del imperio.

América Latina y el Caribe, eran en realidad en esos tiempos, lo que recientemente el Secretario de Estado, John Kerry, cometiendo un fatal desliz, calificó  como “el patio trasero” de los Estados Unidos.  En efecto, durante buena parte del siglo XX, los gobernantes de Washington hacían y deshacían lo que querían en todo el continente: cambios de régimen a su antojo; golpes de estado; desembarco de sus marines y ocupación de  tierras; dominio casi absoluto del comercio; imposición de privilegios para sus empresas transnacionales; control bancario y financiero, y dominio económico a través del manejo de una deuda externa impuesta según sus intereses, etc.

El pensamiento del Sr. Kerry, al igual que el de otros políticos estadounidenses, parece haber quedado atrapado en el pasado y no se ha dado cuenta del declive del poder estadounidense en la región, el cual se iniciaría con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, país que por estar a solo 150 kilómetros de sus costas, atado a la economía de la gran potencia y donde sus empresas eran propietarias de los principales recursos, parecía poseer las más alejadas posibilidades de llevar adelante, con éxito, una revolución antimperialista.      

El declinar del imperio en Medio Oriente (2da. Parte)

Este acontecimiento histórico y el hecho de que la Revolución Cubana demostrara la capacidad de resistir de forma exitosa frente a la guerra que le hacía la gran potencia, y además fuera capaz de resolver problemas básicos para su población, como el otorgamiento general y gratuito de los derechos a la educación, salud, empleo, seguridad social y otros, sirvió de ejemplo y estímulo a otros pueblos de la zona, donde a partir de la segunda mitad del siglo XX, se iniciaron similares procesos liberadores, los cuales aunque no llegaron a tomar el poder, crearon las condiciones para los profundos cambios populares que se han producido en las dos últimas décadas, en las que, a pesar de lo manifestado por Kerry, dejamos de ser “el patio trasero” del imperio.  

Gobiernos independientes, que trabajan por producir transformaciones básicas en las estructuras de poder, coordinan hoy sus intereses para consolidar una integración regional al margen y en contra de la histórica política hegemónica de los Estados Unidos.

La Revolución Bolivariana en Venezuela, con el importante liderazgo  de Hugo Chávez, que aún después  de su muerte sigue inspirando a los pueblos de la región y de otras partes del mundo, vino a fortalecer de forma decisiva la línea independentista latinoamericana.

Así han surgido la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA); la Unión de Naciones Sudamericana (UNASUR);  la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); PETROCARIBE Y MERCOSUR. Los exitosos resultados de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en La Habana, dan otra muestra muy importante del declinar de su poder.

La República Popular China ya está sobrepasando a los Estados Unidos como principal socio comercial del subcontinente latinoamericano y caribeño, que en un proceso no exento de dificultades, pero al parecer irreversible, avanza y tiene condiciones para convertirse en un factor importante en un nuevo mundo multipolar.

El grupo de  países, integrados en el llamado BRICS, también marcha en esta dirección y es sin dudas, otro elemento que menoscaba el predominio de los Estados Unidos como única potencia hegemónica.   

El declinar del imperio en Medio Oriente (2da. Parte)

De las turbulencias políticas y sociales que han generado en el Cercano Oriente, no podrán esperar resultados positivos para sus intereses, pues lo que realmente se fomenta es el odio de los pueblos hacia su política y hacia las élites corruptas que ellos protegen.  Desde hace más de medio siglo, la política exterior de los Estados Unidos para la región, ha sido secuestrada por el sionismo y esto no cambiará hasta que el pueblo estadounidense  tome conciencia de que ha estado siendo manipulado en contra de sus intereses. Sólo entonces se crearán las condiciones para alcanzar la paz.

Del declive del poder imperialista, da fe igualmente lo ocurrido en torno al caso de Richard Snowden, analista de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, quien ha denunciado la estructura global de espionaje del imperio, de la cual no se salvan ni siquiera sus más cercanos aliados.

Snowden ha recibido asilo en Rusia a pesar de las amenazas y presiones del gobierno de Washington, y también recibió ofertas de asilo de varios países latinoamericanos, lo cual demuestra el ya limitado poder de intimidación del imperio.

Rusia y China han mantenido su posición firme para evitar que la política antisiria de los EEUU, logre el aval del Consejo de Seguridad y la ayuda militar de Moscú a Damasco juega un papel importante.

El imperio estadounidense todavía es capaz de causar mucho daño y destrucción en su empeño hegemónico, pero sin embargo cada vez es más incapaz de imponer su dominio.  El propio pueblo estadounidense está tomando conciencia de que una élite privilegiada de banqueros, financieros y empresarios de los sectores más poderosos, como la industria armamentista, energética y farmacéutica, que también controlan los grandes medios, obtienen crecientes y multimillonarios ingresos, mientras hacen recaer sobre los trabajadores y los miembros de las clases bajas, las consecuencias de la crisis económica.

| 12/02/2014