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Opinión

Pobreza: una amenaza para la democracia

Pobreza: una amenaza para la democracia

Relación entre participación electoral y desempleo

Pobreza: una amenaza para la democracia

En Alemania, mucha gente pobre y de escasa formación profesional no va a votar. En algunos barrios, menos de la mitad de los habitantes hace uso de este derecho. Es un círculo vicioso, advierte un estudio.

¿Qué supermercado ofrece las mejores ofertas? ¿Puedo pagarle a mi hijo la excursión de la escuela? ¿Cuánto dinero me queda para el mes? La vida cotidiana de la gente pobre en Alemania puede ser muy estresante. “Muchos sólo viven de la mano a la boca y pierden de vista sus perspectivas”, dice el investigador en temas de pobreza Ernst-Ulrich Huster.

Parece una paradoja: sobre todo los pobres y socialmente necesitados deberían estar interesados en cambiar su situación, pero pocas veces hacen uso de la democracia. Un reciente estudio, publicado por la Fundación Bertelsmann, indica que nunca antes se habían abstenido de votar tantas personas como en las elecciones de 2009 y 2013. Una gran parte de las 17 millones de personas que se mantuvieron alejadas de las urnas es de bajos ingresos o carece de ellos, así como de una buena formación profesional.

Relación entre participación electoral y desempleo

Sobre todo en barrios donde muchos dependen de prestaciones sociales, menos de la mitad de los habitantes va a votar. En las elecciones pasadas, solo un 42,5 por ciento de los vecinos del barrio conflictivo de Chorweiler, en Colonia, entregó su voto. En cambio, en la zona acomodada de Hahnwald la participación electoral superó el 88 por ciento.

Los investigadores de la Fundación Bertelsman comprobaron una clara relación entre la participación electoral y la tasa de desempleo: la tasa de desempleo en Chorweiler supera el 19 por ciento; en cambio, en Hahnwald apenas alcanza un uno por ciento.

Si bien la abstención electoral es un fenómeno nacional, no es algo nuevo. Sin embargo, nunca había sido tan marcado como en las elecciones de 2013 y 2009. “En las capas pobres y de escasa formación podemos constatar un cambio de valores”, indica Robert Vehrkamp, coautor del estudio. Hasta la década de los 80 del siglo pasado, las elecciones eran consideradas un deber cívico democrático. Hoy en día ya no es así, afirma. Asimismo, el tradicional apego a ciertos partidos forma parte del pasado.

Las elecciones, un proceso abstracto

En entrevista con DW, Huster explica que la vida cotidiana ya representa un gran reto: “Es difícil conseguir que ciertas familias acudan al médico a realizarse exámenes preventivos”, pone como ejemplo. En un proceso tan abstracto como una elección esto se vuelve aún más difícil, añade.

Una desconfianza generalizada hacia los políticos, así como decisiones políticas cada vez más complejas a nivel de la Unión Europea, son otros factores que desalientan al electorado.

Según Vehrkamp, este fenómeno se intensificará. La gente pobre no va a votar porque teme que no será representada ni tomada en serio. Después, en efecto, ya no será representada, porque no hizo uso de su derecho al voto. El coautor del estudio habla de un círculo vicioso. Huster incluso advierte que “en Alemania existen dos clases de democracia”.

Publicado en DW

| 23/12/2013