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Una guerra en Siria contra los mensajes

Una guerra en Siria contra los mensajes

25 periodistas han muerto y otros 16 permanecen secuestrados por terroristas


Un francotirador de los grupos de extremistas que actúan en Siria escogió como blanco a Murhaf Ruaa, una periodista del canal al-Alam, quien cubría los combates en el país.
La mala puntería del terrorista de al-Qaeda posibilitó que Ruaa salvara la vida, aunque, herida, debió ser internada en un hospital.

Otros reporteros que cubren la guerra desatada contra Siria por potencias como Estados Unidos, Arabia Saudita, Turquía y Qatar, entre otros países, han corrido peor suerte.

Una guerra en Siria contra los mensajes

Con particular saña, los irregulares armados se centran en corresponsales de la televisión siria, pues sus emotivos reportajes ponen al descubierto de una manera gráfica innegable los desmanes de la llamada oposición armada. Así, en abril del 2012, miembros del Frente al-Nusra, rama de la red al-Qaeda, secuestraron al periodista y presentador de la TV siria Mohamed al-Sayed. Un mes más tarde lo decapitaron y publicaron la noticia en Internet, en un acto que agencias occidentales suelen calificar de simples “excesos”.

En la localidad de Qusseir, los extremistas le tendieron una emboscada a Yara Abbas, corresponsal del canal noticioso sirio al-Ikhbariya, asesinándola junto a su camarógrafo. Ella se había ganado los corazones de los televidentes con sus reportajes desde los frentes de combate, donde previamente había sido herida.

También el periodista Hassan Mhena, desplegado por al-Ikhbariya en la norteña ciudad de Alepo, fue blanco de los armados: lo mató un suicida mientras cubría con su equipo de filmación una fiesta escolar en honor a una estudiante que había aprobado el bachillerato con buenas notas. No fue la única víctima de ese atentado.

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En julio de este año, los irregulares armados mataron además a los documentalistas iraníes Esmail Heidari y Hadi Baqbani en los alrededores de Damasco, donde en septiembre de 2012 esos grupos habían asesinado a Maya Naser, corresponsal de PressTV.

Otro reportero atacado, pero con mejor fortuna, fue William Parra, de Tele Sur, a quien le dieron un balazo en una rodilla el pasado septiembre. Realmente le tiraron mucho más, pero tuvo la oportunidad de protegerse mientras el Ejército Sirio acudía a rescatarlo.

Meses antes, a un profesional de la información sirio le hicieron estallar un carro bomba debajo de su apartamento, y aunque salvó la vida, la explosión mató a varios civiles en su barrio.

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Y en sus intentos de acallar las voces que les son adversas, los terroristas también apuntan a blancos colectivos. En junio del 2012 un atentado contra la sede de al-Ikhbariya causó la muerte de ocho trabajadores y la destrucción de todo el local.

Varios ataques con morteros contra la agencia SANA, así como el lanzamiento de dos coches bombas conducidos por suicidas el pasado octubre contra el edificio de la televisión siria, se agregan a esa larga lista.

Incluso, varios periodistas asesinados o secuestrados en Siria habían penetrado de manera ilegal en el país para reportar... desde el lado de los irregulares armados, contra el Gobierno.

Una política calculada

Los motivos de semejante política de terror contra los medios de información y sus principales protagonistas, los periodistas, pueden rastrearse hasta los inicios del conflicto en 2011.

Por esa época, junto con la entrada de mercenarios y extremistas desde naciones vecinas, se desató una intensa guerra mediática contra el gobierno sirio, al cual muchos medios de prensa y canales satelitales como al-Jazeera intentaban presentar como autores de masacres y otros atentados contra la población del país.

En ese frente, los grupos de extremistas jugaban su papel: mientras por una parte colocaban sus mensajes y reportes de combates favorables a ellos en las redes sociales, por otra trataban de “silenciar” a los periodistas y comunicadores que divulgaban la otra cara de la moneda. Se preparaba así a la opinión pública mundial para cualquier intento posterior de invasión militar a gran escala.

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De esa manera, de acuerdo con un reciente informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF), en Siria han muerto tras dos años de guerra 25 periodistas, mientras otros 16 permanecen secuestrados por grupos “yihadistas”.

En su reporte “Periodismo en Siria - ¿Misión imposible?”, esa organización, con una agenda poco objetiva plegada a los intereses de potencias occidentales, califica a Siria como el país más peligroso para el trabajo periodístico en todo el mundo en estos momentos.

Y aunque algunas agencias de noticias y el propio RSF persistan en responsabilizar a Damasco por parte de esas muertes, la realidad es obstinada, y revela, cada vez más, la verdadera autoría de esos hechos.

Corresponsal de Prensa Latina en Siria

| 20/11/2013