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Opinión

Arabia Saudita recela de Estados Unidos

Arabia Saudita recela de Estados Unidos

Nuevos movimientos y cambios se seguirán produciendo en Oriente Medio

Joaquín R. Hernández - Alahednews

Las noticias sobre Oriente Medio giran en torno a tres temas centrales: el primero, la organización de una conferencia para la paz en Siria, en Ginebra, en el mes de noviembre. Vista la reunión desde la óptica actual, sus promotores -Rusia y Estados Unidos, básicamente-  tendrán que negociar mucho bajo cuerdas para lograr su realización. El gobierno sirio  mantiene firmes sus posiciones y la llamada oposición, la entelequia que hace la guerra cómodamente desde el exilio, se niega a negociar mientras el presidente Bachar el Assad permanezca en el cargo.

También, unas poco transparentes negociaciones entre palestinos e israelíes, promovidas por el secretario de Estado norteamericano John Kerry, se encaminan con un rumbo desconocido, muy probablemente incluso para sus organizadores.

Y las negociaciones sobre el programa nuclear iraní, que comenzaron con buen signo, marchan hacia una nueva ronda.

Arabia Saudita recela de Estados Unidos

Sin embargo, llegan noticias de un país que proporciona muy pocas noticias: Arabia Saudita. El gigante petrolero, que ha armado generosamente a bandas terroristas en Siria, anunció que renunciaba a su asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El Consejo de Seguridad tiene cinco miembros permanentes con derecho a veto. Y tiene otros diez rotativos, por dos años. Aunque formar parte de este segundo grupo es un objetivo muy ambicionado, las decisiones de sus miembros tienen poca relevancia y carecen del derecho al veto.

Los argumentos de Arabia Saudita para explicar este insólito paso, la ausencia de una solución a la crisis siria y al conflicto palestino israelí, no son convincentes. La extraña decisión  de alguna forma podría articularse con otro giro inusual de la política exterior del reino saudita.

Arabia Saudita se siente defraudada por sus eternos aliados, los Estados Unidos


La  monarquía saudita está furiosa por el abandono del plan del presidente Barack Obama para bombardear Arabia Saudita recela de Estados Unidos.

Siria por el supuesto uso de armas químicas. También la enfurece el tratamiento que están dando a este asunto Rusia y Estados Unidos.

Una reacción también airada le produjo el entendimiento entre Estados Unidos e Irán en busca de  un acuerdo que permitiría al gran país chiita continuar con su proyecto nuclear. La posibilidad de que Irán adquiera una mayor capacidad nuclear, inquieta al gran país sunita, que enfrentaría un fuerte disuasivo en cualquier intento por derrocar el régimen teocrático iraní.

Tampoco es del agrado saudita que Estados Unidos haya criticado, a un tono muy menor, a la monarquía sunita de Bahréin por su brutal represión sobre la mayoritaria comunidad chiita de ese país. O por su continuada discriminación de las mujeres.

Hay otras razones para el disgusto. Estados Unidos se vio obligado a aplaudir el derrocamiento de los regímenes unipersonales de Túnez, Egipto, Libia y Yemen. Arabia Saudita es el ejemplo mayor de un régimen unipersonal, monárquico, donde el poder se ejerce muy centralizadamente por el rey Abdullah y la corte de príncipes que lo acompañan.

De nuevo el tema energético

Las íntimas relaciones con Estados Unidos –políticas y económicas-  podrían hacerse incómodas para la familia Saud, la cual encontraría sin mucho esfuerzo otro cliente para su único y principal producto, el petróleo.

Arabia Saudita posee enormes reservas de petróleo, las que, hasta hace poco -antes de la reevaluación de las reservas venezolanas-, se consideraban las mayores del mundo. En el planeta se producen diariamente 90 millones de barriles de petróleo: el diez por ciento son sauditas.

De necesitar nuevos mercados, los sauditas los encontrarían en las nuevas y vigorosas economías emergentes. China no ha perdido tiempo. China no es un actor en la política del Oriente Medio, y no plantea exigencias políticas al régimen monárquico de Riyad. Y como atractivo adicional, para los sauditas sería interesante arrebatar el mercado chino al mayor proveedor de los asiáticos hoy en la región: Irán.

Estados Unidos consume casi 19 millones de barriles diariamente, en gran medida para su enorme parque automovilístico. Su producción nacional le garantiza unos 12 millones, incluidos el etanol y otras variantes además del petróleo. El déficit, de 6,7 millones de barriles diarios, no podrá ser cubierto por sus exploraciones de esquisto, limitadas por el tamaño de los yacimientos y por la agresividad hacia el medio ambiente de su extracción.

Pero Arabia Saudita no solamente es la encargada de abastecer una buena parte de esa diferencia, sino que su influencia es decisiva en la conformación de los precios, hoy tan elevados que constituyen un ancla para la economía de los países consumidores.

Algo se mueve en la geopolítica mesoriental,  y estos y otros acontecimientos conmoverán a sus protagonistas. El disgusto saudita es un signo, una de las nuevas señales de que nuevos movimientos y cambios se seguirán produciendo en esta región.

| 29/10/2013