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Opinión

Nuevos actores latinoamericanos en un lejano conflicto

Nuevos actores latinoamericanos en un lejano conflicto

Desde América Latina resonaron poderosas voces en contra de la agresión

Joaquín R. Hernández – especial Alahednews


Un mundo diferente se ha perfilado tras los acuerdos ruso-sirio-estadounidenses que, al menos provisionalmente, han detenido el proyecto norteamericano de agresión contra el pueblo sirio.

Las diplomacias conjuntas de Rusia y de China, especialmente de la primera, se significaron mundialmente como potencias que pueden detener los impulsos del poderoso país de Norteamérica. El episodio, aún en desarrollo, ha ubicado en su lugar histórico actual, los límites del poderío estadounidense.

Nuevos actores latinoamericanos en un lejano conflicto

Este extremo es bien conocido.  Sin embargo, si escuchamos al canciller ruso Serguei Lavrov, veremos que tras la acción ruso china había un frente adicional que la apoyaba y que se pronunciaba decididamente por parar la mano agresora.

Lavrov  expresó claramente  el agradecimiento a nuevos actores, de influencia hasta ahora inédita en los grandes temas mundiales:

“Hoy -dijo en una emisión de Rossiya TV- quisiera agradecer a los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y a los de la Organización para la Cooperación de Shangai (Rusia, China, estados de Asia Central y, como observadores, Irán e India), así como  muchos otros, por su apoyo basado en principios al enfoque del arreglo del problema…  exclusivamente por medios pacíficos.”

Desde América Latina resonaron igualmente poderosas voces en contra de la agresión, cuando ésta parecía inminente.

Desde temprano, los países que integran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América, ALBA, uno de los proyectos de integración regional que une a la avanzada ideológica de los movimientos progresistas y revolucionarios del continente, se manifestó decididamente en contra de la proyectada agresión.

Antes, otro proyecto integracionista, UNASUR, la Unión de Países Sudamericanos, había expresado en su reunión cumbre de Surinam la condena a cualquier intervención extranjera incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, así como el uso de armas químicas en cualquiera de sus formas.

Los presidentes de las naciones firmantes, además, exigieron el cese de la violencia, la interrupción de cualquier suministro de armas por parte de terceros países, el respeto del derecho internacional humanitario y el inicio del diálogo entre las partes.

Pero la solidaridad del continente con el pueblo sirio alcanzó su punto más alto con la declaración de la recién estrenada Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe.

Una declaración de esta nueva entidad tiene un valor singular. La llamada CELAC es la organización regional que une, sin excepción, a todas las naciones del continente, pero esta vez, a diferencia de la desprestigiada Organización de Estados Americanos, la fatídica OEA, que respaldó en varias ocasiones las aventuras intervencionistas de Estados Unidos en la región, sin la presencia del vecino norteño.

Estados Unidos –ni Canadá, por otras razones—no tiene asiento en la nueva organización, donde los representantes de los pueblos latinoamericanos pueden sentarse a debatir, por derecho propio y sin injerencias extrañas, sus problemas reales.

Nuevos actores latinoamericanos en un lejano conflicto

Es esta circunstancia la que da un peso adicional a la declaración de la institución, que marcó la entrada de América Latina en el debate geoestratégico contra la intentona norteamericana.  La declaración, posterior a los acuerdos respecto a las armas químicas, se pronuncia igualmente por la eliminación de este tipo de armamento.

Así, la CELAC exigió “el inmediato cese de la violencia y que se proteja a la población civil, y hace un firme llamado para que se ponga fin al suministro de armamentos hacia el territorio sirio y a todas las partes para que eviten la agresión y los ataques contra la población civil, y para que creen las condiciones a fin de que se avance hacia una solución política negociada al conflicto en Siria…”

Luego de pronunciarse por el cese de las agresiones y el esclarecimiento del uso de las armas químicas, la organización recordó que “cualquier acción sólo puede emprenderse por el Consejo de Seguridad, en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas”.

Nuevos episodios son de prever en esta ya larga batalla contra el expansionismo de las fuerzas reaccionarias occidentales y regionales en el Oriente Medio. En definitiva, su real objetivo, que es la fragmentación definitiva del país sirio y el derrocamiento del presidente Bachar el Assad, sin saber a las claras quién o quiénes ocuparán después el poder en una Siria disgregada, no ha sido alcanzado.

Pero no vivimos ya, como se ha evidenciado y se sigue demostrando en el curso actual de los acontecimientos, en el mismo mundo en que George W. Bush y su corte neoconservadora, en desacuerdo con la conciencia antibélica mundial y sin respaldo de las Naciones Unidas, lanzó su guerra contra Iraq.

Ahora ha actuado un mundo multipolar, con nuevos actores, que han llegado al escenario internacional para quedarse, entre ellos la inmediata y múltiple solidaridad de América Latina y sus nuevas organizaciones regionales.

Ojalá que en el  mismo escenario multipolar, sus nuevos actores detengan las nuevas campañas, y encuentren la salida política que el histórico país árabe y, sobre todo, su pueblo, necesitan y merecen.

| 21/09/2013