El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo este domingo que la paciencia de su gobierno ante las manifestaciones opositoras que desde hace más de una semana piden su dimisión tiene "límites".

Mientras los manifestantes volvían a las calles de Estambul, Ankara o Izmir, el jefe de gobierno retomó su retórica ofensiva contra los manifestantes a quien tildó de "terroristas" y "vándalos" y denunció un complot "organizado en el interior y en el exterior" del país.


"Hemos tenido paciencia y seguimos teniendo paciencia, pero nuestra paciencia tiene límites", declaró Erdogan el domingo a su llegada a Ankara.

"No rendiremos cuentas ante grupos marginales, sino ante la nación, (...) la nación nos condujo al poder y es ella la única que nos sacará", prosiguió ante una multitud que gritaba: "Turquía está orgullosa de ti".

"Hablan de democracia, de libertades y de derechos, pero no los conseguirán a través de la violencia sino de la ley", dijo.


Mientras el domingo por la noche Erdogan pronunciaba su discurso del día en Ankara, la policía intervenía en esta ciudad con cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar una concentración de varios miles de personas. Se produjeron varias detenciones.

Durante toda la tarde, decenas de miles de manifestantes ocuparon la plaza Taksim de Estambul para celebrar un concierto-mitin donde se mezclaron las consignas anti-Erdogan, las canciones y eslóganes como "¡gobierno, dimisión!".

El sábado por la noche, la plaza Taksim y el parque Gezi de Estambul, cuya anunciada destrucción provocó la contestación, registraron la mayor afluencia de manifestantes desde el comienzo del movimiento debido a la presencia de numerosos hinchas de los tres grandes clubes de fútbol de la ciudad, Galatasaray, Besiktas y Fenerbahçe.

En Izmir (oeste), miles de manifestantes salieron a la calle, según un fotógrafo de la AFP.


Los incidentes y la estrategia de confrontación adoptada de nuevo por Erdogan este domingo, despiertan inquietudes y plantean preguntas sobre cómo continuará el movimiento y los riesgos de escalada entre los dos campos.

Esta oleada de protestas debilitó al gobierno de Erdogan, criticado por aliados clave como Estados Unidos o la Unión Europea por la brutalidad de la represión policial.