Internacional
Libia post-Gadafi
Sin rastro de democracia dos años después de la revolución
La celebración del segundo aniversario de la revolución en Libia ha estado marcada por la explosión de un coche bomba en la ciudad de Bengazi. Las fracciones independentistas ponen en duda el estado de la “democracia” tras la caída de Gadafi.
Pese al deterioro de la seguridad en el país, tanto la capital como Bengazi, conocida como la cuna de la revolución, dieron rienda suelta a las celebraciones del segundo aniversario del inicio de los levantamientos.
Sus habitantes salieron a la calle pese a las estrictas medidas adoptadas por el Gobierno para garantizar la seguridad. Por esta razón las autoridades han decretado el cierre sus fronteras con Túnez y Egipto por cuatro días, mientras la presencia militar en las calles se ha intensificado en todo el país.
A ello se suma la presencia de carros blindados procedentes de Italia en el territorio para reforzar la seguridad. Estas medidas están motivadas por los reiterados llamamientos de las fracciones opositoras para derrocar al nuevo Gobierno que, según algunos ciudadanos, no cumple con el tan cacareado rumbo democrático ni han logrado redactar una nueva constitución.
El levantamiento de 2011 estalló en la costa oriental del país, en la ciudad de Bengazi. En las primeras semanas los rebeldes tomaron el control de las urbes de Brega y Ras-Lanuf, un importante centro petrolero.
Sin embargo, a renglón seguido las autoridades realizaron una contraofensiva, tomando Brega y Ras-Lanuf, para luego dirigirse hacia Bengazi. En este momento clave del conflicto interno libio, la OTAN intervino militarmente al país. Con su apoyo los rebeldes logran recuperar la iniciativa y conquistaron Misurata, Brega y Ez-Zavia. En agosto de ese año tomaron Trípoli.
La ciudad de Sirte, conocida como el último bastión de Moammar Gadafi cayó en octubre del 2011, lo que representó el acto final de su lucha luego de la captura y asesinato del coronel. Entonces, el opositor Consejo Nacional anunció su victoria total.
Estos logros bélicos fueron posibles gracias a la interpretación que la OTAN hizo de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia, en la que se autorizaba el cierre del espacio aéreo sobre el país para que el régimen no pudiera bombardear civiles. Sin embargo, en la práctica resultó que el bombardeo lo emprendió la OTAN, violando de esa forma la letra de la resolución. Esta acción suscitó un fuerte rechazo de Rusia y de otros países que se abstuvieron abstenidos durante la votación del texto en la ONU.
Pese a todo, la gloriosa victoria de los rebeldes, que celebraron su triunfo junto a David Cameron y Nicola Sarkozy en Bengazi, no trajo consigo ni la paz, ni a la tan deseada democracia. El asesinato del embajador estadounidense en el consulado de Bengazi, la reciente masacre de inocentes en Bani Walid y la activación de Al Qaeda minan el sinuoso y accidentado rumbo de la Libia post-Gadafi.
| La celebración del segundo aniversario de la revolución en Libia ha estado marcada por la explosión de un coche bomba en la ciudad de Bengazi. Las fracciones independentistas ponen en duda el estado de la “democracia” tras la caída de Gadafi.
Pese al deterioro de la seguridad en el país, tanto la capital como Bengazi, conocida como la cuna de la revolución, dieron rienda suelta a las celebraciones del segundo aniversario del inicio de los levantamientos.
Sus habitantes salieron a la calle pese a las estrictas medidas adoptadas por el Gobierno para garantizar la seguridad. Por esta razón las autoridades han decretado el cierre sus fronteras con Túnez y Egipto por cuatro días, mientras la presencia militar en las calles se ha intensificado en todo el país.
A ello se suma la presencia de carros blindados procedentes de Italia en el territorio para reforzar la seguridad. Estas medidas están motivadas por los reiterados llamamientos de las fracciones opositoras para derrocar al nuevo Gobierno que, según algunos ciudadanos, no cumple con el tan cacareado rumbo democrático ni han logrado redactar una nueva constitución.
El levantamiento de 2011 estalló en la costa oriental del país, en la ciudad de Bengazi. En las primeras semanas los rebeldes tomaron el control de las urbes de Brega y Ras-Lanuf, un importante centro petrolero.
Sin embargo, a renglón seguido las autoridades realizaron una contraofensiva, tomando Brega y Ras-Lanuf, para luego dirigirse hacia Bengazi. En este momento clave del conflicto interno libio, la OTAN intervino militarmente al país. Con su apoyo los rebeldes logran recuperar la iniciativa y conquistaron Misurata, Brega y Ez-Zavia. En agosto de ese año tomaron Trípoli.
La ciudad de Sirte, conocida como el último bastión de Moammar Gadafi cayó en octubre del 2011, lo que representó el acto final de su lucha luego de la captura y asesinato del coronel. Entonces, el opositor Consejo Nacional anunció su victoria total.
Estos logros bélicos fueron posibles gracias a la interpretación que la OTAN hizo de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia, en la que se autorizaba el cierre del espacio aéreo sobre el país para que el régimen no pudiera bombardear civiles. Sin embargo, en la práctica resultó que el bombardeo lo emprendió la OTAN, violando de esa forma la letra de la resolución. Esta acción suscitó un fuerte rechazo de Rusia y de otros países que se abstuvieron abstenidos durante la votación del texto en la ONU.
Pese a todo, la gloriosa victoria de los rebeldes, que celebraron su triunfo junto a David Cameron y Nicola Sarkozy en Bengazi, no trajo consigo ni la paz, ni a la tan deseada democracia. El asesinato del embajador estadounidense en el consulado de Bengazi, la reciente masacre de inocentes en Bani Walid y la activación de Al Qaeda minan el sinuoso y accidentado rumbo de la Libia post-Gadafi.