Internacional
El Paraguay en el año 2012
El año más compleja fue marcada con masacre, golpe institucional y aislamiento
Paraguay tuvo en el 2012 probablemente el año más complejo desde el fin de la dictadura stroessnerista y el retorno de la democracia, debido a la llamada masacre de Curuguaty, el golpe institucional contra Fernando Lugo en que derivó esa tragedia y el consecuente aislamiento internacional del país.
El 2012 hizo evidente como nunca antes, además, la problemática de la tierra: campesinos y policías se enfrentaron en el desalojo de una extensa propiedad, parte del 82 por ciento que apenas el 2 por ciento de la población tiene en sus manos, mientras una enorme mayoría subsiste en condiciones muy pobres.
Hasta la masacre, Lugo enfrentaba las habituales disidencias con su vice Federico Franco, los reclamos de tierras de sectores campesinos y los primeros escarceos – muy adelantados, por cierto – sobre las candidaturas para el 2013.
A la matanza de Curuguaty se llegó en medio del proceso de reforma agraria que, aunque lento, había iniciado el gobierno de Lugo, tras un relevamiento que determinó que el 20 ciento de la tierra paraguaya estaba en situación irregular y con dudas sobre su propiedad.
Ocupaciones de predios de parte de los "sin tierras", reiteradas protestas para que se acelere la reforma – eje de la campaña con la que Lugo llegó al gobierno – y roces con los "brasiguayos" -hacendados brasileños dedicados a la soja en zonas de frontera – generaron el clima previo.
En junio, policías y campesinos chocaron en el norte, con un saldo de 16 muertos. El caso está ahora en manos de la justicia, pero parece claro, por lo que pasó de inmediato, que se trató de una maniobra orquestada para impulsar la salida de Lugo del palacio de López.
En apenas días se pidió el juicio político del mandatario, se lo puso en marcha y se lo terminó: el ex obispo fue declarado culpable y removido del cargo, y asumió en su lugar el hasta entonces vice, Federico Franco. Fue el 22 de junio.
El hecho también marcó la ruptura formal de la alianza del Frente Guasú con el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y la vuelta a los primeros planos del otrora poderoso Partido Colorado.
Y sirvió también ver los límites en la construcción de una fuerza nueva por parte del propio Lugo, que sumó a su favor apenas un voto en el Senado y 3 en Diputados.
Menos de una semana después, la cumbre de presidentes del Mercosur convocada en Mendoza y transformada luego en reunión de urgencia de la Unasur decidió la suspensión de Paraguay de los dos bloques, hasta que nuevas elecciones – previstas para abril del 2013 – devolvieran al país un presidente surgido de las urnas.
Esa decisión dio paso a un reiterado cruce entre mandatarios de la región que defendieron la decisión, por un lado, y el nuevo Ejecutivo paraguayo, que consideraba a la medida una injerencia en los asuntos internos del país.
La queja guaraní llevó, inclusive, a que rechazara la presencia del Consejo Electoral de la Unasur para los próximos comicios, que sí serán fiscalizados por la OEA.
Entre otras consecuencias, el golpe institucional de junio realineó a las fuerzas y aceleró las pujas internas por las candidaturas. Las consecuencias más serias parecieron para Frente Guasú, virtualmente partido entre las fuerzas que respaldan la candidatura de Aníbal Carrillo y las que apoyan a Mario Ferreiro.
Del resto de las fuerzas, la Unión Nacional de Ciudadanos Eticos (Unace) irá con Lino Oviedo como candidato; el ahora oficialista PLRA con Efraín Alegre al frente de la fórmula; y el Partido Colorado acaba de elegir para ese lugar a Horacio Cartes.
Las elecciones presidenciales serán el 21 de abril, y quien gane (no hay segunda vuelta ni piso para el triunfo) ocupará la jefatura del Palacio de López desde el 15 de agosto. Recién entonces, aunque suene absurdo, habrá realmente terminado el 2012 en Paraguay.
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Paraguay tuvo en el 2012 probablemente el año más complejo desde el fin de la dictadura stroessnerista y el retorno de la democracia, debido a la llamada masacre de Curuguaty, el golpe institucional contra Fernando Lugo en que derivó esa tragedia y el consecuente aislamiento internacional del país.
El 2012 hizo evidente como nunca antes, además, la problemática de la tierra: campesinos y policías se enfrentaron en el desalojo de una extensa propiedad, parte del 82 por ciento que apenas el 2 por ciento de la población tiene en sus manos, mientras una enorme mayoría subsiste en condiciones muy pobres.
Hasta la masacre, Lugo enfrentaba las habituales disidencias con su vice Federico Franco, los reclamos de tierras de sectores campesinos y los primeros escarceos – muy adelantados, por cierto – sobre las candidaturas para el 2013.
A la matanza de Curuguaty se llegó en medio del proceso de reforma agraria que, aunque lento, había iniciado el gobierno de Lugo, tras un relevamiento que determinó que el 20 ciento de la tierra paraguaya estaba en situación irregular y con dudas sobre su propiedad.
Ocupaciones de predios de parte de los "sin tierras", reiteradas protestas para que se acelere la reforma – eje de la campaña con la que Lugo llegó al gobierno – y roces con los "brasiguayos" -hacendados brasileños dedicados a la soja en zonas de frontera – generaron el clima previo.
En junio, policías y campesinos chocaron en el norte, con un saldo de 16 muertos. El caso está ahora en manos de la justicia, pero parece claro, por lo que pasó de inmediato, que se trató de una maniobra orquestada para impulsar la salida de Lugo del palacio de López.
En apenas días se pidió el juicio político del mandatario, se lo puso en marcha y se lo terminó: el ex obispo fue declarado culpable y removido del cargo, y asumió en su lugar el hasta entonces vice, Federico Franco. Fue el 22 de junio.
El hecho también marcó la ruptura formal de la alianza del Frente Guasú con el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y la vuelta a los primeros planos del otrora poderoso Partido Colorado.
Y sirvió también ver los límites en la construcción de una fuerza nueva por parte del propio Lugo, que sumó a su favor apenas un voto en el Senado y 3 en Diputados.
Menos de una semana después, la cumbre de presidentes del Mercosur convocada en Mendoza y transformada luego en reunión de urgencia de la Unasur decidió la suspensión de Paraguay de los dos bloques, hasta que nuevas elecciones – previstas para abril del 2013 – devolvieran al país un presidente surgido de las urnas.
Esa decisión dio paso a un reiterado cruce entre mandatarios de la región que defendieron la decisión, por un lado, y el nuevo Ejecutivo paraguayo, que consideraba a la medida una injerencia en los asuntos internos del país.
La queja guaraní llevó, inclusive, a que rechazara la presencia del Consejo Electoral de la Unasur para los próximos comicios, que sí serán fiscalizados por la OEA.
Entre otras consecuencias, el golpe institucional de junio realineó a las fuerzas y aceleró las pujas internas por las candidaturas. Las consecuencias más serias parecieron para Frente Guasú, virtualmente partido entre las fuerzas que respaldan la candidatura de Aníbal Carrillo y las que apoyan a Mario Ferreiro.
Del resto de las fuerzas, la Unión Nacional de Ciudadanos Eticos (Unace) irá con Lino Oviedo como candidato; el ahora oficialista PLRA con Efraín Alegre al frente de la fórmula; y el Partido Colorado acaba de elegir para ese lugar a Horacio Cartes.
Las elecciones presidenciales serán el 21 de abril, y quien gane (no hay segunda vuelta ni piso para el triunfo) ocupará la jefatura del Palacio de López desde el 15 de agosto. Recién entonces, aunque suene absurdo, habrá realmente terminado el 2012 en Paraguay.