Los talibanes admitieron ser responsables de los sangrientos ataques ocurridos en los últimos días en Pakistán, incluido el ataque suicida en la ciudad Rawalpindi, en el norte de Pakistán, en el que al menos 23 personas murieron y muchas otras resultaron heridas. Algunas de las víctimas eran niños.


El atacante suicida hizo estallar el artefacto durante una procesión de los fieles chiítas con motivo de la conmemoración de Ashura.

La policía dijo que trató de detener y registrar al atacante pero éste logro escapar y detonar los explosivos.

Poco antes, dos bombas estallaron en las ciudades de Karachi y Quetta matando a otras siete personas.