Internacional
Especial Alintiqad: China… Vista por ojos árabes
Escrito por: Mahmoud Raya
En cuanto despegue el avión de la pista, empiezan las imágenes a rodar en tu mente.
Todo lo que habías leído sobre China se dibuja ante tus ojos: Su historia arraigada en el tiempo, el fascinante presente en con su desarrollo, y el futuro mirado por muchos con esperanza, y por algunos con miedo y precaución.
China, por fin, he aquí la tienes “a un tiro de piedra”.
Siete horas en avión te llevan a su tierra, te entrega un “certificado” que hayas visto, no es lo mismo ver que escuchar, ni siquiera para los que leen, se interesan, analizan, y escriben durante años.
China, casi te abre los brazos para recibirte, con todos sus secretos, sus cuentos, toda la civilización guardada para la humanidad, todas las luces encendidas, todos los inventos y descubrimientos entregados a lo largo de los tiempos.
China, he aquí la tienes, te llama al igual que llama a millones cada día, los recibe con una sonrisa, muy educadamente, con disciplina, y con secretos inalcanzables para aquellos que no se apasionan por ella.
He aquí estás, volando en el cielo, debajo de ti transcurren civilizaciones e historias, biografías de héroes y gobernadores, y los sacrificios de pueblos y naciones, unida por el tiempo, para convertirse en una de las naciones más grandes conocidas a través de la historia.
Siete horas pasan, y tú, nostálgico, piensas que no llegarás nunca, te preguntas: porqué el avión vuela tan despacio, porqué cada vez que crees estar a punto de llegar, se agranda el hueco que te separa del momento de conocerla, la verdadera China, no aquella de la cual leíste en los libros, ni aquella que viste en fotos, ni aquella del que hablan los medios de información – que hablando de China – es en su mayoría injusto.
Niebla y lluvias te reciben en Pekín… No es lo que deseabas.
Tenías la esperanza de llegar a la gran ciudad, a la abrazadora de la historia, la “capital del norte”, mientras ella sonreía, para observar desde “arriba” sus secretos, antes de aterrizar, pero bueno, tienes “mucho tiempo” para explorar la ciudad que dejó de ser prohibida, ni a sus habitantes ni a nadie.
Es el aeropuerto de Pekín, es inevitable pasar por Pekín por mucho que dure el vuelo.
En el próximo artículo:
Pekín: La ciudad que dejó de ser prohibida
| En cuanto despegue el avión de la pista, empiezan las imágenes a rodar en tu mente.
Todo lo que habías leído sobre China se dibuja ante tus ojos: Su historia arraigada en el tiempo, el fascinante presente en con su desarrollo, y el futuro mirado por muchos con esperanza, y por algunos con miedo y precaución. China, por fin, he aquí la tienes “a un tiro de piedra”.
Siete horas en avión te llevan a su tierra, te entrega un “certificado” que hayas visto, no es lo mismo ver que escuchar, ni siquiera para los que leen, se interesan, analizan, y escriben durante años.
China, casi te abre los brazos para recibirte, con todos sus secretos, sus cuentos, toda la civilización guardada para la humanidad, todas las luces encendidas, todos los inventos y descubrimientos entregados a lo largo de los tiempos.
China, he aquí la tienes, te llama al igual que llama a millones cada día, los recibe con una sonrisa, muy educadamente, con disciplina, y con secretos inalcanzables para aquellos que no se apasionan por ella.
He aquí estás, volando en el cielo, debajo de ti transcurren civilizaciones e historias, biografías de héroes y gobernadores, y los sacrificios de pueblos y naciones, unida por el tiempo, para convertirse en una de las naciones más grandes conocidas a través de la historia.
Siete horas pasan, y tú, nostálgico, piensas que no llegarás nunca, te preguntas: porqué el avión vuela tan despacio, porqué cada vez que crees estar a punto de llegar, se agranda el hueco que te separa del momento de conocerla, la verdadera China, no aquella de la cual leíste en los libros, ni aquella que viste en fotos, ni aquella del que hablan los medios de información – que hablando de China – es en su mayoría injusto.
Niebla y lluvias te reciben en Pekín… No es lo que deseabas.
Tenías la esperanza de llegar a la gran ciudad, a la abrazadora de la historia, la “capital del norte”, mientras ella sonreía, para observar desde “arriba” sus secretos, antes de aterrizar, pero bueno, tienes “mucho tiempo” para explorar la ciudad que dejó de ser prohibida, ni a sus habitantes ni a nadie.
Es el aeropuerto de Pekín, es inevitable pasar por Pekín por mucho que dure el vuelo.
En el próximo artículo:
Pekín: La ciudad que dejó de ser prohibida