Dos millones de palestinos atrapados en el exterminio, denuncia la UNRWA

Más de dos millones de personas en Gaza siguen atrapadas entre muerte y destrucción a una escala asombrosa, advirtió este viernes al Consejo de Seguridad Antonia De Meo, comisionada adjunta de la Unrwa.

La funcionaria de la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados Palestinos (Unrwa) aseguró que durante estos 10 meses de conflictos, los civiles padecieron “sufrimiento, pena, tristeza y pérdidas indecibles”.

“Sus vidas están dominadas por el miedo, la sed, el hambre, la enfermedad, la deshumanización, la falta de servicios sanitarios básicos y el desplazamiento constante”, dijo durante un encuentro convocado por el máximo órgano para la paz del planeta sobre la situación humanitaria en el enclave.

La guerra iniciada el 7 de octubre derivó en “una lucha incesante y a menudo continua, día tras día”, dijo la representante al alertar además por el riesgo de hambruna y enfermedades infecciosas incluso en el sur de Gaza.

La funcionaria de la Unrwa consideró particularmente alarmante la situación para los 625 mil niños del enclave, ahora profundamente traumatizados y con su futuro en riesgo.

Tan solo en las últimas semanas, la ONU denunció ataques contra ocho de las escuelas en Gaza pertenecientes a la Agencia para Refugiados Palestinos.

La mayoría de los centros educativos de la Unrwa han sido destruidos o han sufrido graves daños en las operaciones militares israelíes.

Las enfermedades contagiosas mortales son otras de las amenazas para la población civil que sobrevive en lugares sobre poblados entre escombros, montañas de basura y aguas residuales.

“Las personas con enfermedades preexistentes, como cáncer, insuficiencia renal o diabetes, tampoco pueden acceder al tratamiento que necesitan para salvarles la vida. Y decenas de miles de otros pacientes requieren una evacuación médica urgente”, aseguró al respecto el organismo.

Por su parte, el coordinador especial adjunto de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Medio, Muhanad Hadi, aseguró que existe un abismo entre lo que se debe y lo que los trabajadores humanitarios pueden hacer.

“El problema no es el compromiso o la voluntad de los trabajadores humanitarios, sino la incapacidad de cumplir nuestro mandato, y eso está fuera de nuestro control”, dijo al reclamar un entorno apropiado para las operaciones.