Los resultados preliminares de las elecciones presidenciales en Francia, mostraron la victoria del candidato socialista, François Hollande, contra su rival el presidente francés, Nicolás Sarkozy.

Hollande consiguió 52% de los votos del pueblo francés, mientras que Sarkozy reconoció su derrota obvia frente a Hollande y declaró que no participará en las próximas elecciones legislativas.

Durante este larga jornada, el Ministerio del Interior de Francia, anunció que la participación en la segunda vuelta de las elecciones alcanzó los 71.96% a las cinco de la tarde, mientras que en el medio día fue 30.66%.     


El hombre que ha dirigido el Partido Socialista entre 1997 y 2008 pero que nunca ha participado en ningún Gobierno, eligió hace un año Tulle, capital de la región rural de Correze a la que está muy unido políticamente, para anunciar que se lanzaba a la carrera al Elíseo.

El socialista expone a los franceses un programa de reactivación de la economía, entre otras cosas con el contrato generaciones para ayudar a la contratación de los jóvenes en las empresas que mantengan a los mayores en plantilla. También se compromete a gravar con un tipo del 75% a los contribuyentes que ganan más de un millón de euros anuales y a crear 60. 000 empleos en la educación.

Frente a la regla de oro defendida por Merkel y Sarkozy, Hollande pone como condición el crecimiento para reducir los déficit:

“Renegociaré el pacto firmado por el candidato saliente y los jefes de Gobierno y Estado. Soy partidario de la firmeza presupuestaria y de las normas que implica. Realmente, expresé hace más de un año que nuestras cuentas públicas recuperarían el equilibrio a finales de 2017.”

Esta promesa ha dado a Hollande un protagonismo adicional fuera de las fronteras francesas, lo que le ha llevado a decir que “nunca unas presidenciales en Francia habían sido tan decisivas para la orientación de Europa”.