Internacional
Líderes árabes buscan soluciones a conflictos de Oriente Medio
Pero sin coincidencias sobre cómo manejar la lucha contra el terrorismo en Siria
Líderes árabes reiteraron hoy aquí su compromiso de aunar esfuerzos para garantizar la paz, estabilidad y seguridad en Oriente Medio, pero sin coincidencias sobre cómo detener la crisis siria ni manejar la lucha contra el terrorismo.
Al concluir la 25 cumbre ordinaria de la Liga Árabe (LA), la denominada Declaración de Kuwait instó a todos los países de esa comunidad a asumir sus responsabilidades individuales y colectivas para restablecer la tranquilidad en la región.
Tanto el documento final como la intervención del secretario general del ente, Nabil El-Arabi, mostraron frustración por la incapacidad de la organización para hallar una salida pacífica al conflicto sirio, después de más de tres años de iniciado.
Mientras para muchos estadistas las preocupaciones más apremiantes fueron detener la beligerancia y aliviar el drama de más de dos millones de refugiados, el representante de Arabia Saudita objetó que la oposición siria no ocupara el escaño vacante de su país.
El príncipe heredero saudita Salman Ben Abdulaziz contrastó el reconocimiento a los opositores sirios durante la pasada cumbre de Qatar (2013) y llegó a pedir "rectificación del error" para a su juicio mandar un mensaje claro al gobierno sirio y a la comunidad internacional.
La declaración también suscribió el llamado del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para detener el suministro de armas a las partes beligerantes y aliviar la situación humanitaria de los desplazados, al tiempo que reconoce que la crisis carece de solución militar.
Igualmente, llama a trabajar por establecer "las mejores relaciones entre los países árabes y a poner fin a "las rivalidades árabes" mediante un diálogo constructivo y transparente, en alusión implícita a divergencias entre Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin con Qatar.
Los tres países comparten con Qatar la membresía en el Consejo de Cooperación del Golfo, pero reprochan a Doha el apoyo que brinda a la Hermandad Musulmana, ilegalizada en Egipto y considerada organización terrorista allí y en Riad.
Asimismo, recogió la preocupación del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lajdar Brahimi, relativa al impacto adverso que el contencioso sirio tiene particularmente para Líbano, Oriente Medio y todo el mundo.
En su intervención en la cumbre, el canciller libanés, Yebran Bassil, denunció aquí un complot -sin identificar directamente a sus autores- para prolongar la permanencia de los refugiados sirios en su país con el propósito de crear luego bloques militares opositores a Damasco.
Bassil, quien se retiró del salón plenario cuando pronunció su discurso el líder de la llamada Coalición Nacional (opositora siria), Ahmad Al-Yarba, recordó que al menos un millón de sirios se han instalado en territorio libanés y ello amenaza la seguridad nacional y la de todo el mundo, subrayó.
Arabia Saudita propuso compensar económicamente a Beirut por los gastos que suponen la asistencia a refugiados sirios, y Bassil señaló que ese flujo de personas puede ser detenido y redistribuido entre todos los Estados árabes, mientras puedan retornar a su país de origen.
El canciller libanés insistió en una solución política global y recordó que su Gobierno se enfrenta a grupos terroristas "en nombre del mundo árabe", por lo que "es mejor erradicarlo (el terrorismo) en su lugar de nacimiento".
La Declaración de Kuwait ratifica que la causa palestina continúa siendo "medular" para las naciones árabes y musulmanas, y reiteró el llamado a establecer un estado independiente dentro de las fronteras reconocidas de 1967 y con Jerusalén Este como capital.
Asimismo, expresó "total rechazo" a la pretensión de “Israel” de que se le reconozca como estado judío, a la judaización de Jerusalén, la construcción de viviendas en los asentamientos y los ataques a santuarios islámicos y cristianos en la Ciudad Santa.
La espiral de violencia y los enfrentamientos entre el Ejército y milicias radicales en Iraq, así como el estancamiento del conflicto palestino-israelí, la inestabilidad en Egipto y el rechazo a la Hermandad Musulmana, fueron temas también debatidos por los gobernantes.
| Líderes árabes reiteraron hoy aquí su compromiso de aunar esfuerzos para garantizar la paz, estabilidad y seguridad en Oriente Medio, pero sin coincidencias sobre cómo detener la crisis siria ni manejar la lucha contra el terrorismo.
Al concluir la 25 cumbre ordinaria de la Liga Árabe (LA), la denominada Declaración de Kuwait instó a todos los países de esa comunidad a asumir sus responsabilidades individuales y colectivas para restablecer la tranquilidad en la región.
Tanto el documento final como la intervención del secretario general del ente, Nabil El-Arabi, mostraron frustración por la incapacidad de la organización para hallar una salida pacífica al conflicto sirio, después de más de tres años de iniciado.
Mientras para muchos estadistas las preocupaciones más apremiantes fueron detener la beligerancia y aliviar el drama de más de dos millones de refugiados, el representante de Arabia Saudita objetó que la oposición siria no ocupara el escaño vacante de su país.
El príncipe heredero saudita Salman Ben Abdulaziz contrastó el reconocimiento a los opositores sirios durante la pasada cumbre de Qatar (2013) y llegó a pedir "rectificación del error" para a su juicio mandar un mensaje claro al gobierno sirio y a la comunidad internacional.
La declaración también suscribió el llamado del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para detener el suministro de armas a las partes beligerantes y aliviar la situación humanitaria de los desplazados, al tiempo que reconoce que la crisis carece de solución militar.
Igualmente, llama a trabajar por establecer "las mejores relaciones entre los países árabes y a poner fin a "las rivalidades árabes" mediante un diálogo constructivo y transparente, en alusión implícita a divergencias entre Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin con Qatar.
Los tres países comparten con Qatar la membresía en el Consejo de Cooperación del Golfo, pero reprochan a Doha el apoyo que brinda a la Hermandad Musulmana, ilegalizada en Egipto y considerada organización terrorista allí y en Riad.
Asimismo, recogió la preocupación del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lajdar Brahimi, relativa al impacto adverso que el contencioso sirio tiene particularmente para Líbano, Oriente Medio y todo el mundo.
En su intervención en la cumbre, el canciller libanés, Yebran Bassil, denunció aquí un complot -sin identificar directamente a sus autores- para prolongar la permanencia de los refugiados sirios en su país con el propósito de crear luego bloques militares opositores a Damasco.
Bassil, quien se retiró del salón plenario cuando pronunció su discurso el líder de la llamada Coalición Nacional (opositora siria), Ahmad Al-Yarba, recordó que al menos un millón de sirios se han instalado en territorio libanés y ello amenaza la seguridad nacional y la de todo el mundo, subrayó.
Arabia Saudita propuso compensar económicamente a Beirut por los gastos que suponen la asistencia a refugiados sirios, y Bassil señaló que ese flujo de personas puede ser detenido y redistribuido entre todos los Estados árabes, mientras puedan retornar a su país de origen.
El canciller libanés insistió en una solución política global y recordó que su Gobierno se enfrenta a grupos terroristas "en nombre del mundo árabe", por lo que "es mejor erradicarlo (el terrorismo) en su lugar de nacimiento".
La Declaración de Kuwait ratifica que la causa palestina continúa siendo "medular" para las naciones árabes y musulmanas, y reiteró el llamado a establecer un estado independiente dentro de las fronteras reconocidas de 1967 y con Jerusalén Este como capital.
Asimismo, expresó "total rechazo" a la pretensión de “Israel” de que se le reconozca como estado judío, a la judaización de Jerusalén, la construcción de viviendas en los asentamientos y los ataques a santuarios islámicos y cristianos en la Ciudad Santa.
La espiral de violencia y los enfrentamientos entre el Ejército y milicias radicales en Iraq, así como el estancamiento del conflicto palestino-israelí, la inestabilidad en Egipto y el rechazo a la Hermandad Musulmana, fueron temas también debatidos por los gobernantes.