El gobierno sirio denunció hoy la muerte hace seis días de más de 100 civiles a manos de "terroristas", en la localidad de Adra, al norte de Damasco.

En dos cartas dirigidas a la ONU, publicadas por la agencia oficial Sana, el Ministerio sirio de Exteriores condenó la matanza, de la que acusó al Frente al-Nusra, vinculado a Al-Qaeda, la Brigada del Islam y el Frente Islámico.

Una masacre de tipo sectario

La mañana del miércoles 11 de diciembre, a las cuatro de madrugada, centenares de milicianos armados invadieron la localidad de Adra, a 39 kilómetros al norte de Damasco, donde viven casi 100 mil habitantes. Los armados estaban encapuchados y ondeaban las banderas del “Frente al-Nusra”.


Los invasores obligaron a los habitantes bajar a la calle, luego se llevaron a casi 200 personas de ciertas confesiones, alauitas, drusos y chiíes. Siete familias fueron ejecutadas en público.

Algunas de las víctimas fueron decapitadas y sus cabezas fueron colgadas de las vallas publicitarias del supermercado de la ciudad. Los militantes atacaron también la comisaría de policía y una panadería en la que robaron toneladas de harina.

Después, incendiaron residencias de los funcionarios del sector público y asaltaron el ambulatorio de la ciudad, mataron al médico de guardia y lo decapitaron. “Ellos mataron a un empleado de guardia en el dispensario de la localidad y se llevaron a decenas de hombres y luego los mataron abriendo fuego con las ametralladoras y arrojando bombas”, atestiguó uno de los supervivientes de la masacre.


La masacre continuó durante toda la jornada. La suerte de 200 habitantes de la ciudad, secuestrados por los militantes, es desconocida hasta el momento.

En cuanto a los autores de la masacre, se trataría de milicianos wahabíes del Frente Islámico, apoyados por Arabia Saudí, y otros del Frente al Nusra.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó en su día de la ejecución de 32 ciudadanos drusos y alauíes, por parte de combatientes de la oposición.