La decisión de Estados Unidos de expulsar a tres diplomáticos venezolanos encuentra el rechazo generalizado del gobierno de Venezuela, atento a las intenciones injerencistas de Washington en los asuntos internos del país.

Las autoridades de Caracas expresaron su repudio a la medida adoptada contra el Encargado de Negocios en Washington, Calixto Ortega; la Segunda Secretaria de la Embajada, Mónica Sánchez, y la Cónsul, Marisol Gutiérrez, del Consulado venezolano en Houston.


El argumento de reciprocidad utilizado por la administración estadounidense está lejos de corresponder a la expulsión de tres diplomáticos estadounidenses de Venezuela, entre ellos la Encargada de Negocios de la Embajada norteamericana en Caracas, Kelly Keiderling; Elizabeth Hoffman, de la sección política, y del vicecónsul Dave Moo.

Los funcionarios norteamericanos admitieron encuentros con sectores de la derecha, los cuales están relacionados -según el gobierno- con planes de desestabilización en el país.

La cancillería consideró que esos pronunciamientos representan el reconocimiento de una abierta injerencia en los asuntos internos de la nación.

Según elementos presentados por las autoridades, los contactos se reportaron en los estados Bolívar y Amazonas.

Para el diputado comunista Yul Jabour, las expresiones de Keildering al señalar los contactos con personas vinculadas a actos conspirativos demuestran la política intervencionista de Estados Unidos en Venezuela.

Recordó que el estado Bolívar, por su ubicación, riquezas y superficie territorial, reúne las condiciones para los planes desestabilizadores que ha emprendido el imperialismo norteamericano en el país.