Tecnología
El efecto relajante del mar
Sonido de las olas se acompasa con nuestra respiración
El psicólogo británico Nicholas Humphrey demostró en un experimento con monos ya clásico que estos preferían entrar en un recinto pintado de azul que en otro de tonos rojos. En el primero, se estabilizaba su presión arterial y disminuía su ritmo respiratorio. Humphrey averiguó, además, que los bebés se calman con más facilidad bajo una luz de esa coloración, lo cual sugiere que algunas de estas sensaciones son innatas.
Esta predisposición también explicaría por qué nos quedamos como atontados ante la parsimoniosa danza de los peces que nadan en una pecera o un acuario. Investigadores británicos de las universidades de Plymouth y Exeter y el National Marine Aquarium han comprobado que contemplar este espectáculo también es bueno para la salud: ralentiza el ritmo cardiaco, reduce la tensión arterial y mejora el estado de ánimo.