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Washington y Talibán: razones de diálogo y sus expectativas
Washington opina que sería estúpido salir de Afganistán y entregarlo en bandeja de oro a Irán.
¿Qué impulsa a Estados Unidos a sentarse en la misma mesa cara a cara con el movimiento Talibán once años después de la invasión de Afganistán?
La respuesta es: Irán… Nada más. La amarga experiencia que ha cosechado Washington por los nueve años que estuvo en Iraq ha llevado a los autores de la decisión en Estados Unidos a hacer un cambio sustancial en sus pensamientos y sus planificaciones políticas hasta el punto de recomendar al presidente Barak Obama sentarse con los que hasta poco tiempo eran los símbolos del “mal islámico”.
La historia es simple y se resume en que la inevitable retirada de Afganistán a finales del año 2014 dará lugar a que Irán ponga la mano sobre ese país, al igual que pasó, según dicen, en Iraq. Los norteamericanos y los que se dedican a las investigaciones científicas en la política no pueden sino de poner esa probabilidad en la cabeza de la lista de los escenarios después de la retirada, sobre todo porque ellos mismos alimentan los medios de información internacionales con noticias, de vez en cuando, que hablan que Irán da cobijo a los más destacados líderes de la organización “Al-Qaida” desde su salida de Afganistán tras la invasión, y otras veces hablan de influencia monetaria iraní dentro del palacio del presidente afgano Hamid Karzai, luego hablan de la responsabilidad de Irán en los ataques contra sus fuerzas y las de la OTAN en el país, donde este actual año empezó con índice de número de muertos norteamericanos relativamente alto, seis muertos de un solo golpe el día 20 de enero al estrellar un helicóptero norteamericano en la provincia de Helmand en el suroeste del país, zona fronteriza con Irán, por razones desconocidas como manifiestan los norteamericanos que no han observado ninguna actividad “hostil” en la región, según su expresión.
Por lo tanto, en Washington hay quien opina que sería estúpido después de tantas pérdidas humanas y materiales y morales, tener que salir de Afganistán y entregarlo en bandeja de oro a nuestro mortal enemigo Irán. Así que hay quien recomienda que la mejor manera de cortar el camino a esa posibilidad es iniciar negociaciones directas con el movimiento Talibán, y llegar a un acuerdo que pueda arreglar los asuntos internos de tal forma que impida la entrada de Teherán, sobre todo porque Irán tiene buenas relaciones con muchos grupos afganos que puedan ayudar a establecer un régimen amigo a Irán, después de que Washington haya intentado durante años crear un sistema enemigo al vecino (Irán).
Si Washington pretende con las negociaciones formar una mayoría afgana que le permite firmar un tratado que prolongue su permanencia en este país más allá del año 2014, para no repetir la experiencia del fracaso en conseguir un tratado semejante con la autoridad iraquí, su objetivo estratégico es realizar la teoría de establecer un régimen hostil a Irán en su frontera oriental, para luego avanzar a aplicar la parte relacionada con la región, observada en el nuevo documento militar de Barak Obama, que centra la atención de Estados Unidos en el dragón chino y sus futuros peligros a la seguridad nacional norteamericana, y que decide combatir lo que denomina “terrorismo islámico” de forma distinta a la empleada por su antecesor George Bush con guerras directas, y cambiarla por fomentar el caos y crear luchas internas dentro del mundo musulmán, de tal forma que reduzca los elementos de la fuerza islámica que pueda llegar a producirse por las revoluciones de la “primavera árabe”, que hasta ahora ha dado como fruto el triunfo de las tendencias islámicas en Tunes y Egipto.
Todo esto se percibe a través de lo que publican los medios de información, que Estados Unidos propusieron a talibán permitir a las fuerzas gubernamentales, con participación de las fuerzas norteamericanas, el control del norte del país a cambio de que los talibanes tengan libre movimiento en el sur de Afganistán, fronteriza con Pakistán, mientras el suroeste donde la provincia de Helmand, uno de los bastiones más importantes de Talibán, forma la frontera con Irán que se extiende a lo largo de la frontera occidental de Afganistán, un despliegue que permite fácilmente la creación de zona de choques entre la República Islámica de Irán y el movimiento Talibán, que conduce a tener Irán en aprieto.
También hay quien relaciona ese escenario con los esfuerzos de Arabia Saudita para coordinar con talibán un plan político de dimensiones sectarias en Afganistán y Pakistán.
Estas ideas y otras parecidas, sobre como rodear la fuerza iraní por medio de activar luchas sectarias, es la máxima preocupación de Estados Unidos que tampoco desea nada bueno para los talibanes, sino trata de engañarlos y luego comprometerlos en confrontación con Irán, de esta forma evita repetir la experiencia de Iraq y dispersa las fuerzas de talibán en una guerra contra un rival al que Washington es incapaz de combatir.
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