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Arabia Saudi quiere hacer estallar la región
Incendiar el Líbano se ha convertido en una necesidad para el eje Riad-Washington
Al-Akhbar , (Diario libanés), 23 de agosto de 2013
Firas al-Choufi
Fuentes cercanas a Hezbolá están convencidas de que el desarrollo de los acontecimientos en Siria, Iraq y Líbano prueba una sola cosa: la existencia de una decisión saudita, inspirada por Estados Unidos, para hacer estallar la región desde Bagdad hasta Beirut.
¿Por qué habría tomado Arabia Saudita esta nueva decisión?
Las mismas fuentes explican que a lo largo de los últimos 28 meses se ha recurrido a todos los medios regionales e internacionales para tratar –inútilmente– de derrocar el régimen sirio. Los grupos rebeldes, que componen grandes cantidades de mercenarios procedentes ya de una treintena de países, han recibido incluso grandes cantidades de armas antitanques y antiaéreas eficaces y modernas. Decir lo contrario sería mentira. Arabia [Saudita] sabe que la supervivencia del régimen (sirio) y de los aliados de este se traducirá, en los próximos años, en derrotas que pueden desestabilizar el reino. Así que no queda más remedio que hacer algo.
El nuevo paisaje político de Egipto no constituye una victoria concreta para Arabia Saudita sino un éxito moral que en cualquier momento puede convertirse en derrota si cambian las realidades egipcias. Así que, para compensar la resistencia del régimen sirio, la única opción que queda es la de incendiar la escena interna libanesa.
Eso quiere decir que Arabia Saudita, y tras ella Estados Unidos, ya no están interesados en la estabilidad de Líbano, según creen saber las fuentes anteriormente citadas. Al principio, el país fue mantenido al abrigo de las consecuencias serias de la crisis sirias y los acontecimientos en materia de seguridad respondían a una serie de líneas rojas. Pero estas últimas se han terminado para Riad.
Incendiar el Líbano se ha convertido en una necesidad para el eje Riad-Washington como medio de dispersar las capacidades de Hezbolá, que participa en los combates de Siria, y para sembrar la confusión en la base popular del partido haciéndole pagar un importante tributo. Eso, según esperan Riad y Washington, obligará Hezbolá a limitar su implicación en los frentes (sirios) de Homs y la provincia de Damasco y desviará su atención hacia la escena interna libanesa.
La escalada iniciada por el jefe de los servicios secretos sauditas, el príncipe Bandar ben Sultan, no se limita a la seguridad, afirman las mismas fuentes. Los círculos de decisión del reino han ejercido enormes presiones sobre el presidente (libanés) Michel Suleiman y el primer ministro designado Tammam Salam para que se forme en Líbano un gobierno de facto. O para liquidar al menos el actual gobierno dimitente mediante la formación de un gabinete que no obtendría el voto de confianza del Parlamento pero que se convertirá de hecho en un gobierno encargado de ocuparse de las cuestiones diarios, aislando así a Hezbolá.
Pero los señores Suleiman y Salam saben que es difícil formar un gobierno de ese tipo sin el respaldo del diputado Walid Joumblatt, así que las presiones disminuyeron después del atentado de Roweis y de las declaraciones de sayed Hassan Nasrolá expresando su enérgica negativa a aceptar un gobierno de facto.
| ¿Por qué habría tomado Arabia Saudita esta nueva decisión?
Las mismas fuentes explican que a lo largo de los últimos 28 meses se ha recurrido a todos los medios regionales e internacionales para tratar –inútilmente– de derrocar el régimen sirio. Los grupos rebeldes, que componen grandes cantidades de mercenarios procedentes ya de una treintena de países, han recibido incluso grandes cantidades de armas antitanques y antiaéreas eficaces y modernas. Decir lo contrario sería mentira. Arabia [Saudita] sabe que la supervivencia del régimen (sirio) y de los aliados de este se traducirá, en los próximos años, en derrotas que pueden desestabilizar el reino. Así que no queda más remedio que hacer algo.
El nuevo paisaje político de Egipto no constituye una victoria concreta para Arabia Saudita sino un éxito moral que en cualquier momento puede convertirse en derrota si cambian las realidades egipcias. Así que, para compensar la resistencia del régimen sirio, la única opción que queda es la de incendiar la escena interna libanesa.
Eso quiere decir que Arabia Saudita, y tras ella Estados Unidos, ya no están interesados en la estabilidad de Líbano, según creen saber las fuentes anteriormente citadas. Al principio, el país fue mantenido al abrigo de las consecuencias serias de la crisis sirias y los acontecimientos en materia de seguridad respondían a una serie de líneas rojas. Pero estas últimas se han terminado para Riad.
Incendiar el Líbano se ha convertido en una necesidad para el eje Riad-Washington como medio de dispersar las capacidades de Hezbolá, que participa en los combates de Siria, y para sembrar la confusión en la base popular del partido haciéndole pagar un importante tributo. Eso, según esperan Riad y Washington, obligará Hezbolá a limitar su implicación en los frentes (sirios) de Homs y la provincia de Damasco y desviará su atención hacia la escena interna libanesa.
La escalada iniciada por el jefe de los servicios secretos sauditas, el príncipe Bandar ben Sultan, no se limita a la seguridad, afirman las mismas fuentes. Los círculos de decisión del reino han ejercido enormes presiones sobre el presidente (libanés) Michel Suleiman y el primer ministro designado Tammam Salam para que se forme en Líbano un gobierno de facto. O para liquidar al menos el actual gobierno dimitente mediante la formación de un gabinete que no obtendría el voto de confianza del Parlamento pero que se convertirá de hecho en un gobierno encargado de ocuparse de las cuestiones diarios, aislando así a Hezbolá.
Pero los señores Suleiman y Salam saben que es difícil formar un gobierno de ese tipo sin el respaldo del diputado Walid Joumblatt, así que las presiones disminuyeron después del atentado de Roweis y de las declaraciones de sayed Hassan Nasrolá expresando su enérgica negativa a aceptar un gobierno de facto.