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Por qué decimos que en Siria hay democracia
La “consciencia” de un pueblo a la altura de su “responsabilidad”
Por Domingo Schiavoni / Diario Panorama (13/08/2013)
Haciendo un poco de historia, el 15 de mayo de 2012 el Comité Superior Electoral comunicaba en rueda de prensa celebrada en Damasco los resultados de las elecciones del pasado día 7 al Parlamento de Siria (o Consejo del Pueblo). Esta legislatura va a ser la primera que se desarrolle dentro del marco provisto por la nueva Constitución de Siria, aprobada en 2011 en referéndum. El juez destacaba entonces la considerable normalidad con que transcurrió la jornada de elecciones.
No hay que olvidar, por otra parte, que se trataba de una normalidad siempre relativa y a cotejar con el actual contexto que sufre Siria. Dentro de tal contexto de terrorismo y amenaza, hay que tener en cuenta los varios sabotajes a Colegios Electorales, los ejercicios de impedimento a la acción de votación, las interrupciones de carreteras, las arremetidas contra medios de transporte y los secuestros domiciliarios practicados sobre vecinos en pueblos y áreas donde la llamada “insurgencia” aún posee capacidad de coacción.
Volviendo al origen legítimo de las actuales autoridades, es bueno recordar también que el juez Al-Aazway evocaba así mismo, en aquel informe público, la fuerza que el pueblo había demostrado en su firmeza de participación a contracorriente del clima fraguado. Ello es signo de lo que el magistrado electoral calificó como “consciencia” de un pueblo a la altura de su “responsabilidad” consigo mismo en las actuales circunstancias. Según los principios constitucionales, el pueblo sirio es la fuente de soberanía, siendo expresada la soberanía popular en la máxima constituyente: “el Pueblo, por el Pueblo, para el Pueblo”. Además, Al-Aazway había hecho hincapié en la supervisión directa de las elecciones por la judicatura a través del Comité Superior Electoral y de sus subdivisiones en las demarcaciones electorales de todas las provincias. Estos comités son independientes, sin relación con el Estado, y encargados de recibir cualquier impugnación que pudiera presentarse en relación a los Colegios, tratando de dar a las mismas una respuesta inmediata. Tanto la jornada de votaciones como la actividad de cómputo se han desarrollado bajo la mirada de los observadores civiles y militares puestos en Siria por Naciones Unidas, así como ante la presencia sobre el proceso de más de 200 medios de comunicación no sirios, provenientes de decenas de países.
En definitiva, las elecciones definen las correlaciones en la representatividad popular con arreglo a los distintos partidos, grupos, candidaturas independientes y coaliciones. Es resaltable la alta participación de voto femenino y la cifra de escaños que queda en manos de mujeres (30 escaños; alrededor del 12% del total), si tenemos en cuenta la situación fáctica diferencial de la mujer en la sociedades árabes. El año pasado los ciudadanos sirios con derecho a voto (sufragio universal con arreglo a mayoría de edad civil) fueron 10.185.019. Han votado: 5.186.957 (51.26%). Este último dato contrasta, por ejemplo, con las últimas elecciones argelinas, archi-publicitadas “internacionalmente” como hito “democrático” por los padrinos en la sombra de los procesos llamados de “primavera árabe”. En Argelia, la participación total en las votaciones no ha superado el 40% del censo, a lo que cabría restar la muy importante proporción de votos nulos cosechados después de que los comunistas argelinos hubieran llamado a votar nulo en manifestación de disidencia popular hacia el modelado y tutelaje yanqui sobre el proceso y la falta de garantías (encarcelamiento de militantes y políticos comunistas). Considérese también el clima de seguridad que ha podido rodear y amparar al proceso electoral argelino, sin comparación alguna con las adversidades actuales en Siria (y que han sido redobladas si cabe durante el tiempo que ha enmarcado el acontecimiento).
El adorno mediático del acontecimiento argelino se halla en las antípodas del ostracismo al que la prensa “occidental”, muda para la ocasión, ha relegado las elecciones sirias a lo largo de estas últimas semanas, tanto en lo que se refiere a su convocatoria, como en lo que se refiere a su celebración, concurrencia de candidaturas, participación ciudadana y resultados. Y es que los comicios constituyen otro hecho real adicional que da al traste con la película diseñada y el papel de “demoníaco régimen” que viene siendo retransmitido. De ahí el mutismo que agencias y periodistas comparten. Según informa la Comisión Legislativa, la participación electoral en la Provincia de Tartus ha sido del 65%. Este dato es ilustrativo en tanto que nos muestra el nivel de participación en una circunscripción donde la capacidad inhibitoria ejercida por las bandas armadas es sensiblemente menor a la de otros puntos del país. El dato ayuda a revelar, en tal medida, el peso del terror sembrado por las bandas blancas pro-imperialistas, a la hora de definir el porcentaje participativo global (51.26%).
En entrevista con la agencia Russia Today, periodistas destinados a Siria, así como expertos observadores extranjeros, han confirmado la normalidad de aquel proceso, salpicada, por ejemplo, con reiterados intentos de boicot forzoso por parte de para-militares armados que hacían partir sus expediciones desde las inmediaciones del Crac de los Caballeros (Provincia de Tartus). Informó en su momento de este hecho Sham Press (medio independiente y que profesa una línea crítica con el Estado sirio). El general y político libanés Michel Aoun preguntaba retóricamente hace unos días a sus políticos paisanos en torno a la realidad de Líbano como “país hiper-armado en cada rincón”. La cuestión lanzada podrá ser retórica. Pero desde luego nada ociosa, pues esa y otras condiciones (obvias algunas de ellas, como la geográfica) hacen al Líbano territorio idóneo en el intento imperialista por suplir, a base de montar un “trampolín cercano de lanzamiento”, su estrepitoso fracaso en el afianzamiento de bastiones territoriales dentro de Siria, que hubieran servido de plataformas duraderas de ataque y de extensificación.
Naturalmente que la cuestión interna e internacional comenzó a agravarse cuando surgieron los indicios geológicos de súper yacimientos de petróleo y gas, presumiblemente ubicados en el área entre Homs y Damasco. No cabe duda de que no debieron escapar, ya previamente, a los satélites aéreos imperialistas con capacidad de radiografiado estrato-gráfico de los subsuelos. Las grandes potencias tienen tecnología de prospección y explotación petrolera en Siria ((TOTAL, SHELL). Temen, al mismo tiempo, incrementar la extracción en un país políticamente disidente y que podría re-direccionar el sentido de empleo del capital orgánico destinado. Los monopolios de los estados imperialistas, sí se decidieran con notable mayor comodidad y certidumbre, en aquellas condiciones de rentabilidad y confianza, a usos de inversiones y de capitales operantes que pudieran serles provistas por un futuro gobierno y un Estado títeres del hegemonismo norteamericano, estarían sin duda muy contentos.
El pasado 15 de mayo fue atacada una delegación de observadores de la ONU cuando cruzaba en vehículos la localidad siria de Khan Shaih Khoun. Los observadores, quienes habían descendido de los coches con motivo de un funeral, fueron asaltados por hombres armados. Estos últimos aprovecharon el desasosiego y la confusión causada por el ataque, para colocar un explosivo adhesivo a uno de los vehículos. Hay seis observadores secuestrados, entre ellos un danés, un brasileño, un yemení, un paraguayo y un marroquí. Robert Mood, jefe de la misión de Naciones Unidas en Siria, agradece la disposición a colaborar por parte del Ejército de Siria, al tiempo que exhorta a la llamada “oposición armada” a no repetir actos similares.
Por su parte, el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Ginadi Ghaeiloff, ha escrito en torno al episodio: “existen claros planes generales de sabotaje a la implementación de las labores de observación de la ONU, de registro de hechos y de descripción de la situación en Siria. Planes entorpecedores que englobarían a este tipo de acciones y que estarían persiguiendo poner en jaque al proceso de salida en relación al marco de violencia actual”.