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“Terrorista”, la palabra que a Obama le cuesta
Por qué Obama tardó en llamar ‘acto terrorista’ a lo ocurrido en Boston
Una cosa es utilizar la palabra en vano y otra no llamar a las cosas por su nombre. En las reticencias de Barack Obama a usar el sustantivo ‘terror’ y sus derivados –‘terrorismo’, ‘terrorista’– hay probablemente mucho de querer marcar distancias con George W. Bush y su Administración, de gatillo fácil en su invocación a la ‘guerra contra el terror’. También seguramente hay deseo de evitar que muchos estadounidenses atribuyan de entrada al radicalismo islamista actos violentos cuya autoría inicialmente se desconoce, por la asociación que se ha creado en EEUU entre ‘war on terror’ y Al Qaida. Pero tardar en llamar ‘acto terrorista’ a lo ocurrido en Boston, cuando en realidad el FBI y la propia Casa Blanca así lo consideraban, ha sido muestra de una aprensión excesiva hacia el término por parte del presidente.
DIA 1. Obama apareció el lunes en televisión a las tres horas de ocurrido el atentado. En esa breve intervención del lunes se refirió a “los hechos en Boston” y a “las explosiones en el maratón de Boston”. ‘Todavía no sabemos quién lo hizo ni por qué. Y la gente no debería sacar conclusiones antes de que tengamos los hechos”, dijo. A esas horas estaba claro que: 1, no se había tratado de ninguna explosión de gas u otra explosión fortuita; 2, dos artefactos habían estallado de forma casi simultánea, y 3, lo habían hecho en un evento de masas. No hay que ser Bush, para concluir que había sido una acción terrorista, independientemente de la autoría y el propósito. Así lo había dicho ya la presidenta de la Comisión de Inteligencia del Senado, la demócrata Dianne Feinstein, trasladando información que había recibido de la propia Administración. Y así lo estaba comunicando a los periodistas, fuera de las cámaras, el gabinete de prensa de la Casa Blanca.
DIA 2. Obama se había escudado en que no había información sobre quién/porqué; tampoco la había al día siguiente. Pero con todo el mundo hablando de acto terrorista, ya estaba yendo contra el propio presidente no utilizar la palabra que le cuesta. Así que ese martes la dijo, pero de aquella manera, atribuyéndosela al FBI. “El FBI está investigando esto como acto de terrorismo”, declaró. Pero incluso así diríase que se sentía incómodo, pues tuvo que justificarse sobre ese lenguaje: “toda bomba utilizada contra civiles inocentes es un acto de terror”. Dada esa definición, bien podía el día anterior haber calificado lo ocurrido como ‘terrorismo’.
Interpretación maliciosa
Cabe una lectura maliciosa a todo esto. Que Obama no quiere hablar de ese ‘ismo’ porque se supone que su presidencia ha pasado página a la era Bush de ‘war on terror’, y porque nuevos atentados empañarían los méritos de haber matado a Bin Laden y la insistencia en haber diezmado a Al Qaida. Esto último es probablemente lo que se ocultaba tras la polémica, en uno de los debate electorales con Mitt Romney, sobre si había calificado o no de ‘acto terrorista’ el ataque sufrido por el consulado estadounidense en la ciudad libia de Bengasi. Aún se desconoce la autoría de lo ocurrido en Boston. Si concepción y ejecución se deben a una ideología autóctona, Obama quedará más descargado que si la responsabilidad es islamista, porque entonces su presidencia concurriría demasiado con la de Bush.
DIA 1. Obama apareció el lunes en televisión a las tres horas de ocurrido el atentado. En esa breve intervención del lunes se refirió a “los hechos en Boston” y a “las explosiones en el maratón de Boston”. ‘Todavía no sabemos quién lo hizo ni por qué. Y la gente no debería sacar conclusiones antes de que tengamos los hechos”, dijo. A esas horas estaba claro que: 1, no se había tratado de ninguna explosión de gas u otra explosión fortuita; 2, dos artefactos habían estallado de forma casi simultánea, y 3, lo habían hecho en un evento de masas. No hay que ser Bush, para concluir que había sido una acción terrorista, independientemente de la autoría y el propósito. Así lo había dicho ya la presidenta de la Comisión de Inteligencia del Senado, la demócrata Dianne Feinstein, trasladando información que había recibido de la propia Administración. Y así lo estaba comunicando a los periodistas, fuera de las cámaras, el gabinete de prensa de la Casa Blanca.
DIA 2. Obama se había escudado en que no había información sobre quién/porqué; tampoco la había al día siguiente. Pero con todo el mundo hablando de acto terrorista, ya estaba yendo contra el propio presidente no utilizar la palabra que le cuesta. Así que ese martes la dijo, pero de aquella manera, atribuyéndosela al FBI. “El FBI está investigando esto como acto de terrorismo”, declaró. Pero incluso así diríase que se sentía incómodo, pues tuvo que justificarse sobre ese lenguaje: “toda bomba utilizada contra civiles inocentes es un acto de terror”. Dada esa definición, bien podía el día anterior haber calificado lo ocurrido como ‘terrorismo’.
Interpretación maliciosa
Cabe una lectura maliciosa a todo esto. Que Obama no quiere hablar de ese ‘ismo’ porque se supone que su presidencia ha pasado página a la era Bush de ‘war on terror’, y porque nuevos atentados empañarían los méritos de haber matado a Bin Laden y la insistencia en haber diezmado a Al Qaida. Esto último es probablemente lo que se ocultaba tras la polémica, en uno de los debate electorales con Mitt Romney, sobre si había calificado o no de ‘acto terrorista’ el ataque sufrido por el consulado estadounidense en la ciudad libia de Bengasi. Aún se desconoce la autoría de lo ocurrido en Boston. Si concepción y ejecución se deben a una ideología autóctona, Obama quedará más descargado que si la responsabilidad es islamista, porque entonces su presidencia concurriría demasiado con la de Bush.
Publicado por Emili J Blasco en el diario ABC (España) |