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El Enemigo es el Sionismo: Un barranco como solapada promesa
La lucha racional y abierta contra la pobreza, el racismo y el antisemitismo, no tiene sentido si no está dirigida contra el sionismo y el capitalismo
Un artículo de “Adal Hernández”
Capriles Radonski, hijo de Henrique Capriles García, descendiente de una familia de judíos sefardíes de Curazao, y de Mónica Cristina Radonski Bochenek, judía ruso-polaca. Ambas familias ligadas a la oligarquía empresarial del país, entre los que se cuentan, desde medios de comunicación como la Cadena Capriles, industrias y corporaciones del entretenimiento como Cinex, hasta servicios e inmobiliarias.
Capriles Radonski participó en varios cursos en Europa y, por supuesto, en el imperialismo estadounidense, más específicamente en Columbia University, en Nueva York. Trabajó por cierto tiempo en el sector privado en las firmas Nevett & Mezquita Abogados y en Hoet, Peláez, Castillo & Duque. Ambas firmas vinculadas a los intereses de la burguesía sionista.
Formó parte de la secta paramilitar y fascista llamada Tradición, Familia y Propiedad, donde se practicaban ritos religiosos perversos y se planificaban crímenes selectivos de todo lo que no representara la raza aria nacional y la alta burguesía venezolana. Esta organización era dirigida por Alejandro Peña Esclusa, confeso agente de la CIA.
En 1998, resulta electo diputado por COPEI, Partido Socialcristiano, hijo de una organización fascista religiosa ligada a la falange española llamada Opus Dei, que llegó a Venezuela para echar raíces a principios de los años 50 del siglo XX.
Capriles Radonski participó activamente en el golpe de Estado burgués del 2002, contra la revolución bolivariana, donde junto a su policía de Baruta, fustigó al pueblo revolucionario en una arremetida fascista, que aunque duró poco, dio muestras de lo que es capaz la burguesía en defensa de sus intereses. El 12 de Abril de 2002, junto a un grupo de malandros enardecidos, lideró el asalto contra la embajada de Cuba, violentando todas las normas internacionales y poniendo en peligro la vida de las personas que se encontraban en soberano espacio cubano. En diciembre de 2006, el sionista es absuelto por un tribunal de apelaciones.
Para entender los intereses que encarna el candidato de la oligarquía venezolana y transnacional, Capriles Radonski, es importante saber qué es el sionismo, ideología israelí que él representa solapadamente.
El sionismo se esconde detrás de un discurso religioso y nacionalista, que intenta invisibilizar su carácter colonialista y sus pretensiones netamente políticas, de superioridad racial y profundamente hegemónicas. El sionismo nace para poner en marcha los planes del imperialismo en el mundo árabe, para colocar estratégicamente una base de operaciones en la zona. Es, sin duda, la ideología del terror, de los sentimientos más putrefactos que representan a la humanidad; ímpetus supuestamente patriotas basados en la avaricia, que cumple con la lógica de que “todo nacionalismo sin patria es, por necesidad, una empresa de conquista”. Y así ha sido. Han asesinado a millones de palestinos y han construido un campo de concentración en pleno siglo XXI, al que bombardean y someten al hacinamiento. La Franja de Gaza es una de las regiones más densamente poblada del planeta, con una superficie de 360 kilómetros cuadrados, que acoge a casi millón y medio de palestinos y que el sionismo israelí somete a la pobreza, la persecución, el terror, la desidia, el aislamiento.
El sionismo es dueño de la mayoría de las instituciones financieras del planeta, controla casi el 80 por ciento de la economía mundial y la industria de las comunicaciones casi en su totalidad, además de mantener posiciones de decisión dentro del Departamento de Estado estadounidense y potencias europeas.
Capriles Radonski se reunió recientemente con la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela (CAIV), donde hablaron entre otras cosas, sobre las relaciones de Venezuela con Irán, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel y el supuesto antisemitismo de la Revolución Bolivariana. CAIV no tiene pudor alguno de manifestar el sionismo como su ideología, en un artículo publicado en su página Web, en una sección dedicada al sionismo, donde se expresa lo siguiente:
“El sionismo nos identifica, nos une, nos hermana y es nuestra responsabilidad contribuir en la medida de nuestras posibilidades a su fortalecimiento. De modo que la ideología sionista es, no solamente la mayor manifestación política del judaísmo moderno en plena vigencia y vigor, sino también un medio válido para afrontar los problemas existenciales del pueblo judío en la actualidad”.
La lucha racional y abierta contra la pobreza, el racismo y el antisemitismo, no tiene sentido si no está dirigida contra el sionismo y el capitalismo, representantes de un 90 por ciento de la pobreza en el mundo, de las guerras imperiales, de la muerte y la miseria de millones de personas, de la creciente amenaza de extinción de todas las especies del planeta y del planeta mismo.
Este es nuestro enemigo, el sionismo que hoy representa Capriles Radonski, que nada tiene que ver con una oferta nacional e independiente. En octubre hay dos propuestas claras para Venezuela, la de la Revolución Bolivariana que viene reivindicando la unidad latinoamericana y los intereses del pueblo y la del sionismo internacional, que amenaza con la destrucción del planeta que habitamos
Adal HernándezCapriles Radonski participó en varios cursos en Europa y, por supuesto, en el imperialismo estadounidense, más específicamente en Columbia University, en Nueva York. Trabajó por cierto tiempo en el sector privado en las firmas Nevett & Mezquita Abogados y en Hoet, Peláez, Castillo & Duque. Ambas firmas vinculadas a los intereses de la burguesía sionista.
Formó parte de la secta paramilitar y fascista llamada Tradición, Familia y Propiedad, donde se practicaban ritos religiosos perversos y se planificaban crímenes selectivos de todo lo que no representara la raza aria nacional y la alta burguesía venezolana. Esta organización era dirigida por Alejandro Peña Esclusa, confeso agente de la CIA.
En 1998, resulta electo diputado por COPEI, Partido Socialcristiano, hijo de una organización fascista religiosa ligada a la falange española llamada Opus Dei, que llegó a Venezuela para echar raíces a principios de los años 50 del siglo XX.
Capriles Radonski participó activamente en el golpe de Estado burgués del 2002, contra la revolución bolivariana, donde junto a su policía de Baruta, fustigó al pueblo revolucionario en una arremetida fascista, que aunque duró poco, dio muestras de lo que es capaz la burguesía en defensa de sus intereses. El 12 de Abril de 2002, junto a un grupo de malandros enardecidos, lideró el asalto contra la embajada de Cuba, violentando todas las normas internacionales y poniendo en peligro la vida de las personas que se encontraban en soberano espacio cubano. En diciembre de 2006, el sionista es absuelto por un tribunal de apelaciones.
Para entender los intereses que encarna el candidato de la oligarquía venezolana y transnacional, Capriles Radonski, es importante saber qué es el sionismo, ideología israelí que él representa solapadamente.
El sionismo se esconde detrás de un discurso religioso y nacionalista, que intenta invisibilizar su carácter colonialista y sus pretensiones netamente políticas, de superioridad racial y profundamente hegemónicas. El sionismo nace para poner en marcha los planes del imperialismo en el mundo árabe, para colocar estratégicamente una base de operaciones en la zona. Es, sin duda, la ideología del terror, de los sentimientos más putrefactos que representan a la humanidad; ímpetus supuestamente patriotas basados en la avaricia, que cumple con la lógica de que “todo nacionalismo sin patria es, por necesidad, una empresa de conquista”. Y así ha sido. Han asesinado a millones de palestinos y han construido un campo de concentración en pleno siglo XXI, al que bombardean y someten al hacinamiento. La Franja de Gaza es una de las regiones más densamente poblada del planeta, con una superficie de 360 kilómetros cuadrados, que acoge a casi millón y medio de palestinos y que el sionismo israelí somete a la pobreza, la persecución, el terror, la desidia, el aislamiento.
El sionismo es dueño de la mayoría de las instituciones financieras del planeta, controla casi el 80 por ciento de la economía mundial y la industria de las comunicaciones casi en su totalidad, además de mantener posiciones de decisión dentro del Departamento de Estado estadounidense y potencias europeas.
Capriles Radonski se reunió recientemente con la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela (CAIV), donde hablaron entre otras cosas, sobre las relaciones de Venezuela con Irán, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel y el supuesto antisemitismo de la Revolución Bolivariana. CAIV no tiene pudor alguno de manifestar el sionismo como su ideología, en un artículo publicado en su página Web, en una sección dedicada al sionismo, donde se expresa lo siguiente:
“El sionismo nos identifica, nos une, nos hermana y es nuestra responsabilidad contribuir en la medida de nuestras posibilidades a su fortalecimiento. De modo que la ideología sionista es, no solamente la mayor manifestación política del judaísmo moderno en plena vigencia y vigor, sino también un medio válido para afrontar los problemas existenciales del pueblo judío en la actualidad”.
La lucha racional y abierta contra la pobreza, el racismo y el antisemitismo, no tiene sentido si no está dirigida contra el sionismo y el capitalismo, representantes de un 90 por ciento de la pobreza en el mundo, de las guerras imperiales, de la muerte y la miseria de millones de personas, de la creciente amenaza de extinción de todas las especies del planeta y del planeta mismo.
Este es nuestro enemigo, el sionismo que hoy representa Capriles Radonski, que nada tiene que ver con una oferta nacional e independiente. En octubre hay dos propuestas claras para Venezuela, la de la Revolución Bolivariana que viene reivindicando la unidad latinoamericana y los intereses del pueblo y la del sionismo internacional, que amenaza con la destrucción del planeta que habitamos
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