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La salida siria hacia ninguna parte
Obama quedará como un tigre de papel ante los ojos del mundo
Por: Kim Holmes (The Heritage Foundation)
El reciente discurso del presidente estadounidense Barack Obama ha dejado algo muy en claro: a pesar de toda su retórica belicosa, él nunca aspiró a atacar a Siria, en primer lugar. En efecto, el jefe de estado americano ha puesto el foco en fundamentar una acción militar, pero la acción real será ahora diplomática -en respuesta a la propuesta rusa tendiente a eliminar el arsenal químico de Siria. Pero existe sólo un problema: el plan ruso no funcionará.
El presidente sirio Basher al-Assad no entregará sus armas químicas en tiempos de guerra. Sin lugar a dudas, la Federación Rusa perseguirá extender el proceso con miras a demorar un ataque. La guerra civil siria continuará, con la diferencia de que, ahora, al-Assad sabe de primera mano que sus armas químicas -ya no la supervivencia de su régimen- se han convertido en el foco de las negociaciones internacionales. Obama podría resolver su dilema político con el congreso estadounidense, pero quedará como un tigre de papel ante los ojos del mundo, superado in gravitas por el presidente ruso Vladimir Putin.
La propuesta rusa es completamente disfuncional. Aún si un complicado régimen de inspecciones de parte de Naciones Unidas pudiese establecerse a tiempo con el objeto de lograr diferencias, sus inspectores se verían obligados a trabajar en medio de una volátil zona de combate, arriesgándose a ser tomados como rehenes, tal como sucedió con elementos de fuerzas de mantenimiento de paz de la ONU en la antigua Yugoslavia, en la década del noventa. De hecho, los rebeldes -probablemente, islamistas- ya tomaron rehenes de la UN en los Altos del Golán sirio. Si al-Assad aún exhibiera ánimos de cooperar, ¿cómo podrían él mismo o cualquier otro garantizar que los guerrilleros no pongan sus manos en el arsenal químico, mientras éste es transportado en medio de la zona de guerra?
Subsisten numerosas preguntas, con grave alcance. ¿Quién proveería apoyo logístico para la operación? ¿Se desplegaría una fuerza de protección? Si así fuera, ¿quién la proveería? ¿Acaso los Estados Unidos? Esto es altamente improbable, dado que el presidente Barack Obama declaró que "no habría tropas de tierra". ¿Y qué hay de Rusia? Moscú podría aprovechar la oportunidad para reforzar su posición como aliado de Siria en tiempos de conflicto pero, ¿cómo se podría confiar en ese país?
¿Y qué hay sobre una fuerza de Naciones Unidas? En primer lugar, no existe tal cosa. Los estados-nación deben remitir tropas de manera voluntaria para misiones autorizadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Las noticias que refieren al grupo bipartidista del congreso norteamericano y su proyecto para que la ONU disponga de tiempo para hacerse del control de las existencias de armas químicas de Siria -probablemente, el más importante en todo el mundo, con más de mil toneladas de gas sarín y mostaza, VX y otros precursores químicos- están lejos de ser confiables. Rusia podría aprobar un régimen irresponsable de inspecciones que controlaría por completo, pero ha dejado en claro hace cuestión de horas que vetaría una Resolución del Capítulo VII -propuesta por Francia-, relativa a una reprimenda con severas consecuencias para Siria si no cumpliera con el desarme. Rusia calificó a la propuesta francesa de inaceptable y, en su lugar, propone una expresión no vinculante.
Para complicar las cosas aún más, la Federación Rusa insiste en que cualquier acuerdo depende de que Estados Unidos abjure de la opción militar, variable que neutraliza cualquier proposición que pudiera tener Obama respecto a una intervención. De todos modos, nadie debería sorprenderse, dado que -después de todo- éste era el único propósito de la iniciativa diplomática rusa.
Obama invirtió gran esfuerzo para convencer al país de que la opción militar aún está sobre la mesa. El presidente estadounidense compartió una amplia explicación frente a que las armas químicas sí fueron empleadas. Y enfatizó que las fuerzas armadas de EE.UU. se mantendrán en alerta y preparadas para el caso en que un ataque sea -eventualmente- ordenado.
Pero, ¿qué tan probable es ese escenario, ahora que el voto en el congreso norteamericano ha sido pospuesto? El sentido de alivio en los pasillos del parlamento estadounidense se sobrepondrá a cualquier apetito para revisar el asunto nuevamente. Todos los ojos se posarán sobre la diplomacia, que siempre ofrecerá una salida. Las arengas tendientes a obtener "un poco más de tiempo" ahogarán las demandas para un voto político potencialmente vergonzoso.
Mientras tanto, Siria se incendiará. Y el mundo contemplará el panorama desde el conocimiento cabal de que la Federación Rusa -y no los Estados Unidos- es el país que manda en Medio Oriente. La República Islámica de Irán, por su parte, concluirá sin dudar que su futuro arsenal de armas nucleares, respaldado por el nuevo hombre fuerte del Medio Oriente, Vladimir Putin, le obsequiará gran espacio para asistir a la victoria completa de Siria sobre los rebeldes e, incluso, para mejorar sus chances de convertirse en un poder hegemónico en la región.
La búsqueda de Barack Obama por una salida ("off ramp", dijo) no conduce precisamente hacia una ruta de escape, sino hacia ninguna parte. En lo que ya se ha convertido en una de las más grandes debacles desde que el ex presidente Jimmy Carter fracasó a la hora de rescatar a los rehenes estadounidenses en Irán, la incompetencia de Obama ha avergonzado profundamente a los Estados Unidos de América.