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Opinión

Racismo, Estados Unidos y las profundas huellas de la discriminación

Racismo, Estados Unidos y las profundas huellas de la discriminación

Contar con un presidente negro es ya un gran avance. Pero el racismo sacude continuamente la conciencia ética de la población estadounidense

Por Joaquín R. Hernández – Especial para Alahednews


Nos hemos acostumbrado a ver a un hombre de raza negra al frente de la Casa Blanca. También a negros jefes de policías, dirigiendo a blancos, o jueces adustos afroamericanos, encarcelando blancos y negros. Una mujer negra acaba de ser nombrada Fiscal General de Estados Unidos.

Es una imagen real, pero no es toda la imagen. Es solo la punta de un iceberg engañoso, que oculta una pesada carga de profundidad.

El venezolano Rodner Figueroa era un hombre de televisión. Inteligente, mordaz en sus apariciones en la cadena hispana Univisión, donde comentaba las modas con que los famosos de Hollywood deslumbran a la teleaudiencia.

Las saetas de Figueroa solían ir envenenadas y nunca le tembló el pulso para apostillar a rotundas bellezas o a los galanes de las telenovelas.

Racismo, Estados Unidos y las profundas huellas de la discriminación

Hasta que cometió un costoso desliz. Hablando sobre un imitador de grandes personalidades, opinó que la primera dama, Michele Obama, parecía sacada del reparto de la película El planeta de los simios.

Quienes lo acompañaban en el programa le advirtieron, en vivo y en directo, que se estaba propasando. Figueroa, confundido, no pudo llegar a casa. De inmediato le fue comunicado que Univisión había decidido despedirlo a cajas destempladas.

No podía ser de otro modo. Univisión transmite para 55 millones de hispanos residentes en Estados Unidos, los que saben que, para el censo oficial, no son “blancos”, al igual que los 13 millones de afroamericanos que conviven con ellos.

Para mayor desgracia de Figueroa --cuyo padre, por cierto, es negro--, su desliz racista aconteció en la secuela de los sucesos de Ferguson, Missouri. Allí, recuérdese, un policía asesinó en público y ante el lente de una cámara a un joven negro indefenso y, luego de que fue absuelto por un gran jurado, las violentas protestas que siguieron hicieron sonar las campanas de alarma dentro del país norteño.

Desde entonces, con la sensibilidad racial a flor de piel, no pasa un día sin que se reporten sucesos parecidos.

Racismo, Estados Unidos y las profundas huellas de la discriminación

Pero ¿el presidente de Estados Unidos no es negro? ¿Y no lo son los jefes policiales que mandan a detectives blancos en series y películas de amplio consumo?

La realidad es que el problema que había partido en dos a la nación estadounidense a mediados del siglo pasado, dista mucho de haberse superado.

La lucha por los derechos civiles, que había cobrado numerosas vidas, entre ellas la de Martin Luther King Jr., sumada a la presencia de una burguesía negra económicamente poderosa, políticamente activa y poseedora incluso de medios de comunicación, explican que un abogado negro, exitoso en la política y en su profesión, haya llegado a la presidencia de la nación. Y que muchos otros ocupen posiciones de mayor o menor importancia en el establishment.

Viven en la punta visible del iceberg.

La profunda huella

Pero el problema yace sumergido en las aguas procelosas que ocultan una tragedia que solo aparece de vez en cuando, en momentos en que se hace imposible ocultar la pervivencia de un extenso racismo en la sociedad estadounidense.

Son momentos como el actual, en que se suceden las agresiones mortales sin más justificación que el desprecio contra ciudadanos negros.

Ferguson es ya una lejana referencia, no tanto por el tiempo transcurrido, sino por la cantidad de incidentes de violencia sin justificación por la fuerza policial, que han ocurrido después: Washington, New York, Cleveland, Carolina del Norte, Miami.

Acciones que van acompañadas de otras realidades

Dicen las estadísticas que hay tantos estudiantes blancos en universidades como afroamericanos en las cárceles, y la policía dispara y mata dos veces más negros que contra miembros de cualquier otro grupo étnico.

El conocido sitio MotherJones.org reportó: “Los negros tienen cuatro veces más posibilidades de morir en custodia o mientras son arrestados, que los blancos”.

Otro sitio conocido, RawStory.com cita una larga lista de desigualdad en otros campos de la vida social: “Mientras el 72,9 por ciento de los blancos posee una casa, solamente el 43,5 de los negros son dueños de su vivienda.”

El nivel de ingresos, añaden, de una casa de blancos, es de 91,045 dólares al año. El promedio para las casas de negros es de 6,446, y la diferencia entre ambos se ha triplicado negativamente en los últimos 25 años. Su declive económico es el mayor entre otros grupos étnicos: 15,8% menos ingresos anuales para los negros, mientras que para los hispanos el descenso fue de 11,8, para los asiáticos 7,7. Y para los blancos… 6,3%.

Racismo, Estados Unidos y las profundas huellas de la discriminación

Un estudio de la organización noticiosa de Bloomberg completa el dramático escenario de supervivencia del racismo en la sociedad norteamericana:

En el censo de 1966, 42 por ciento de los negros vivían en la pobreza, en comparación con 11 por ciento de blancos. En 2011, esa cifra retrocedió, pero todavía a un 28 por ciento, frente a menos de un diez por ciento de blancos.

A pesar de que los 44,5 millones de negros representan el 14,2 por ciento de la población, solamente son un 8,9 por ciento de los graduados universitarios y un 8,2 de las ocupaciones profesionales.

En 2011, los negros resultaron alrededor de la mitad de las víctimas de homicidio y conforman el 38 por ciento de la población penal del país, según información del FBI y del Buró de Estadísticas de Justicia. El 42 por ciento de los mendigos sin vivienda –homeless—son negros, según un estudio de la Conferencia de Alcaldes.

La expectativa de vida de los negros en el 2010 fue de 75 años, según el prestigioso Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, es decir, cuatro años menos que para los blancos (aunque en 1990 era de solo 69).

Ante los numerosos casos de violencia policial contra ciudadanos negros indefensos, voces ilustres y editoriales de The New York Times se han pronunciado sobre la necesidad de preparar mejor a las fuerzas policiales.

No está mal. Pero reducir el problema a ese factor es confundir los árboles, horrendos, con el bosque, en cuyas sombras yacen las deudas éticas no pagadas desde la Guerra de Secesión, los sueños insepultos, la maldad discriminatoria, heredada de la práctica esclavista. Allí, en las sombras y más allá de ellas, recorre el gran país norteño la imagen espectral del KuKuxKlan y de los linchamientos: la hidra de las mil cabezas del racismo.

Hoy Estados Unidos tiene un presidente negro. ¿Tendrá otro algún día?

| 27/04/2015